viernes, 11 de julio de 2014

LA CULTURA DE LA ESPERANZA



Vivo en Bolivia, país con siete universidades, lleno de montañas y llanuras, valles y aldeas, hundidas misteriosamente en lo más profundo del recuerdo. Y más que seguro no puedo estar de que me moriré en el continente de la esperanza”.
Jesús Urzagasti, en “Tirinea”.
Para Nietzsche, la esperanza es uno de los vicios más abominables. Básicamente este pensamiento deriva de que él consideraba bastante mediocre la expectación acerca del futuro, de un paraíso prometido o de una situación política o financiera idílica. Antes que esperar es mejor actuar. ¿para qué esperar algo más allá de nosotros mismos?
Nosotros quienes nos encontramos en el campo de las artes y la cultura, que solo en la ciudad de Oruro, publicamos más 30 libros al año; que presentamos alrededor de 50 exposiciones, más de cien conciertos, más de 20 recitales de danza, diez o más festivales, más 20 obras de teatro, sin contar investigaciones, gestiones y trasnochadas; mantenemos viva la flama infinita del espíritu humano consagrada en la más amplia libertad, la creación.
Condescendientemente, en los últimos cinco años, publicamos 150 libros, montamos 250 exposiciones, 500 conciertos, 100 recitales de danza, cincuenta festivales, 100 obras de teatro; y cuando nos preguntan ¿qué hacemos nosotros?, nuestra humildad nos traiciona y no podemos dar esta simple expresión numérica para que aquellos que no entienden más que los versos cifrados de la aritmética para medir el desarrollo, comprendan nuestra capacidad productiva, veraz y contundentemente.
Hoy en épocas de descolonización, sabemos que los valores morales y científicos a los que queremos regirnos son diferentes: Munay o ajayu (querer), Ruway o luraña (hacer), Yachay o yatiña (saber) y atiy o qamasa (poder).
Es decir que quien quiere, hace; quien hace sabe, quien sabe, puede. Paralelamente, y sin ninguna contradicción “arte”, en su concepción etimológica significa “Saber hacer”.
Por tanto, nosotros queremos hacer cultura y hacemos cultura, sabemos hacer cultura y podemos hacer cultura. ¿Qué podemos esperar más allá de nosotros mismos, si en estos últimos cinco años, nos han prohibido el teatro PalaisConcert, no han inaugurado una sola biblioteca o creado cuando menos un fondo para el cine?
Tal como lo ha dicho la compañera Paty Lazarte “si la tierra es para quien la trabaja, los teatros debieran ser para los actores, los salones para los pintores, las bibliotecas para lectores escritores e investigadores”, y es dentro de esa lógica que vivimos en el pongueaje cultural.
Nosotros trabajamos pero nos cobran por nuestro trabajo, no nos pagan. Nos alquilan los espacios culturales como los latifundistas alquilaban la tierra.
No en vano Simón Rodríguez maestro de Bolívar decía al culminar su vida “En buenos trapos me veo al final de mi vida por haberme metido a servir al público sin armas”.Los actores culturales estamos en la solvencia moral para solicitar la descolonización de quienes pretenden descolonizarnos y solo han construido culturalmente un folklore socialista.
“La historia ha hecho ya saltar por los aires tantos montones de basura que obstruían su camino… Ésta vez hará también lo necesario. Cuanto más desesperantes parecen las cosas tanto más radical es la limpieza” decía Rosa Luxemburgo. Y con esto no quiero llegar a la paráfrasis de un poema de Humberto Quino diciendo que “Cansado de hacer versos/ hoy quiero hacer balas”
Hoy el consejo es un recodo de dignidad, pero no lo es todo. Porque también es una institución. Y yo pienso, aunque muchos de mis compañeros no estén de acuerdo, que estamos como estamos es por exceso de institucionalidad.
Cuando Gorvachev planteaba un cambio en la vieja URSS, antes de dirigirse a sus ministro pidió entrevistarse con un actor de teatro y de un poeta. Porque sabía que los sabios institucionalizados no comprenderían algunas cosas que ellos sí. En esa ocasión les dijo: “La mediocridad no siempre acoge con agrado a la libertad. A los mediocres les es más fácil vivir en un sistema controlado”.
Y es verdad. Todo sistema tiene temor a un espíritu libre. Ahí creo que radica nuestra principal fortaleza.
Ustedes baben que vengo de un colectivo cultural donde creemos que la única sabiduría del perro es la desconfianza. Porque como escribió Adolfo Costa Du Rels“La experiencia es la memoria de lo peor”. Y en nuestra memoria sabemos cuantas veces han maltratado nuestra esperanza en las oficinas publicas.
Y quisiera decir “Yo soy la venganza del arte” como en la novela de Néstor Taboada Terán, pero nos hace falta mucho crecer como movimiento humano unido. Por eso a mis compañeros del arte los convoco a la unidad.Por parte del nuevo directorio se encuentra el compromiso con nuestra libertad y dignidad. Y “Porque el horizonte /no es más que una hoja en blanco” citando otra vez a Quino, no tengo guardada ninguna esperanza, más que en el compromiso de las autoridades aquí presentes, para quitarles razón a mis palabras.
“Un país quiere ser el resumen del mundo” dice Julio Barriga. Somos trabajadores del arte y la cultura. Cumplan con la revolución cultural que nos deben.

Sergio Gareca
Oruro, julio 2014