jueves, 19 de marzo de 2015

LA CONTRA-ODISEA DE JANINA CAMACHO: Aproximaciones al CIRCULO DE LOS NAVEGANTES




Janina es incurable. En su desesperación y locura.  En EL CÍRCULO DE LOS NAVEGANTES,  la poeta, ángel dolido, es Penélope con la paciencia perdida, Penélope emancipada. “tu odisea está mal contada”.

Dentro de la misma mítica, una víctima de lo divino. Por tanto heredera de un pesimismo consistente en la búsqueda de la verdad, pues su situación temporal no la convence del absurdo, la predestinación. Por tanto apela a otra divinidad, suya, o la asume como propia: el lenguaje

un gran lenguaje dejará al mundo deshabitado
extinguidas todas las formas conjuradas  

Un ejercicio linguistico es la base de todo el poemario y es invertir la polisemia de un solo término, sino la repetición de un concepto de angustia tan grande que se halla presente en todas las palabras sin lograr definirse. Este ejercicio de sinonimia encuentra en las palabras ya no símbolos sino intuiciones y presentimientos de esa presencia angustiosa en palabras que llegan a ser la misma unidad lingüística conceptual. Así el concepto es más que una azarosa consecuencia de palabras, una palabra inexistente que migra de sonidos y las otras palabras son solo elemento de migración: gotas-letras-corazón-papel-abismo-alas-vientre-palabra-tiempo-sendero-memoria-herida-regreso-preguntas-cadencia-deseo-aire-suicidio-noche-poema-transparencia-locura-paraísocaída-márgen-caldero-cuerpo-sopa-alma.
(“una figura sin semejanza ni contigüidad” como lo dice ella misma)

“hablo de mí porque si te nombro se rompen las palabras”

“como si fuera posible hablar de nosotros
me extingo”

Esta característica para Janina es el Sobre y encima de su propio terror. Y allí cobra su cuota el agua el agua natalicia para darle sentido al título del libro. Así como el tiempo, en alusión al reloj, que llega a ser el CÍRCULO, de los navegantes del tiempo, pero éste es un solo sentido, primario, luego vienen los astros (Ese abismo / del que se desprende el vacío / de todas las cosas), que nos permiten estar en muchos lados, como la selva que también tiene su presencia en el libro. Y permite un desembarque en el pasado.  La presencia del agua es otra. La muerte es el mar, o cualquier espacio profundo. La imaginación es también el mar y el mar es el hogar de la poeta.

El tiempo también  indica el destino de los navegantes y señala ese lugar “a donde ir”. El destino es la muerte, el estado sin lenguaje, un lugar-tiempo, sin significado, sin lenguaje interior, la incapacidad para comunicarse incluso consigo misma. La contra odisea, se revela como “tiempo” que  llega a ser el único equivalente al castigo divino. El tiempo siembra aquella muerte. Y ahora si se despierta, sobre todo en el poema COLGAJO, la polisemia:

Llorar es volar o colgarse. La tierra es el abismo, o el fondo de él. El mar son lágrimas y llorar es perderse en él. Perdidas las lágrimas, desea volver. Prefiere el fondo del abismo. El mar es la locura. Agua al agua es la calma, alrededor, todos sufren la misma locura. La desventura y el infortunio es el tiempo. El mar es de lágrimas (Ciega de mar), no ve porque solo puede llorar.

Termina con una convocatoria al silencio y al anonimato; una voracidad de secreto y un secreto de voracidad.

Sergio Gareca
Marzo, 2015

miércoles, 18 de marzo de 2015

MODO DE DOMESTICAR EL PODER PÚBLICO



  1. Todo funcionario público es un ser humano, pero es mucho menos que eso la mayoría de las veces. 
  2.  La única actitud sana con ellos es la hipocresía
  3. La burocracia es una bestia mucho menos noble que la poesía. En ojos de la poesía están las lágrimas limpias del mundo. Hay que domesticar a la burocracia, esa alimaña, de modo que no nos muerda la mano. 
  4.  Es de su complacencia tragar palabras amables y zalameras. Por tanto, hay que darles eso en primera instancia. 
  5.  Hay que tratarlos de usted, ya que no son amigos. Por eso mismo, hay que dudar siempre de ellos. El “tú” se debe guardar para las personas que respetamos realmente.
  6. Les encantan las palabras que suponen rectitud y grandes ideales, aunque su actitud diga todo lo contrario.
  7. Los halagos son de su gusto, aunque gusto tengan muy poco. A lo mucho, tienen saliva, para babear. 
  8.  Están acostumbrados a las adulaciones, porque su naturaleza es trepar y morder, tan fuerte como puedan, la yugular de la fama, el prestigio y el dinero. 
  9.  Como su principal órgano intelectual es el estómago, conviene invitarlos a comer (y a beber).
  10. Es una de las grandes virtudes de la gastronomía nacional, su precio y su sabor. 
 
 SERGIO GARECA
Marzo, 2015 

VERÓNICA LAURA VARGAS: LA NIÑA RELOJ



Tiempo, es la palabra clave del primer libro de Verónica Laura Vargas. Pareciera también que el título tiene que ver con el tránsito de los días “El verso nace cuando muere el sol”.

Se me hace eterna esta espera
y entre el crujir de las horas
y el llanto de la media noche
(El reloj me consume)

O
Es inquietante escuchar
el sonido del reloj que no tengo,
cansa ver el mismo punto

o

tendría que escarbar sesenta soles
y veinte lunas
y comerme el tiempo


Como se verá, al contrario de muchos, para Verónica, el tiempo es demasiado largo, o sea que también, como a muchos otros, la vida es demasiado tortuosa. Así, cada minuto, es sentido como una puñalada por la poeta. Es la metáfora central y repetitiva en todo el libro.

De la misma forma y en la misma preocupación la poeta se halla en permanente otoño, un otoño que nunca pasa.

El poemario cuenta con tres partes, las primeras en verso y  termina con una serie de poemas gráficos. Aún sin la madurez suficiente en la escritura se entrevé la vena poética, con imágenes contundentes y ritmo natural.  Un poema destaca “Te Kiero”, con absoluta soltura, sincero y creíble “falto de ortografía, presentación y cordura” como ella misma dice “se embriaga de cariño.

SERGIO GARECA  
Marzo 2015

sábado, 14 de marzo de 2015

EL ARTISTA ASISTÉMICO



Todos hemos sido agredidos culturalmente. Nuestro nacimiento ha sido perturbado por el uso de un sistema de razones sexuales, laborales e ideológicas condicionantes. Muchas veces a contra natura. Nos han medido el cráneo, han sacado nuestros sesos y los han molido en el batán industrial del slogan, la ley y la costumbre.

El arte es el retorno al estado de libertad inicial del ser humano, por tanto, su naturaleza transgresora es básicamente negarse a toda imposición posterior a la conciencia de esa libertad.

El principal sistema de supervivencia es la sumisión. De ahí que un artista carece de empleo, mérito y prestigio. La creatividad es un atentado continuo a las formas consabidas, por eso los sistemas nos aíslan y nosotros nos aislamos de los sistemas.

Solo así se justifica la gran economía terciaria de este país, distribuida en una infinita gama de labores, por demás, carentes de utilidad pública. Y no se trata de que la fuerza laboral alimente ni económica, ni moralmente al resto del conglomerado humano. Se trata de un perverso ejercicio psicológico de poder.

Al mantener las manos atadas de manera invisible a los escritorios, se crea la ilusión colectiva de que aquellas personas sirven a un país pluricultural que los odia (desde la visión de todas sus culturas).

Poseen un rango superior al resto de los mortales por cumplir con una sacrosanta voluntad, la voluntad de un pueblo (ya en términos proletarios), que también los odia, representada democráticamente (en términos de la ilustración francesa), por un electo, sea cual sea su cargo jerárquico, que lo primero que hace al posesionarse es sacudirse el polvo.

A éste se le informa de manera infinita acerca de su comportamiento, su desempeño, su pro actividad, su excelencia académica, su competitividad y el grado de domesticación que haya podido alcanzar en todos sus años de experiencia laboral; para que pueda volver a casa con la satisfacción de haber ganado el pan de cada día, con el sudor de su camisa blanca.

De esta manera un ejército de ejemplares ciudadanos crea también la ilusión de un clima de paz. Donde aquel inexperto e incauto cordero que asome la cabeza fuera del alambrado a comer de los pastos prohibidos, será decapitado y servido como rostro asado de madrugada en los medios de comunicación.

Es esta la ilusión, el sistema del buen ciudadano, que de cuando en cuando incauta droga, contrabando, enjuicia jueces, procesa procesados procesables procedimentalmente; porque para poder mantener la cordura del aula alguien debe llevar las orejas de burro.

Así los sistemas siguen intactos. El sistema lingüístico que nombra y renombra el absurdo, que cose los códigos técnicos de la prohibición; el sistema imaginativo que solo permite imaginar una sola vida, con auto, casa, perro y marido; Un solo sistema de imágenes, la imagen corporativa; Un solo sistema de audio, el ruido.

Tenemos edilicios, comicios, buenos oficios, televisión, suplicios y orgasmos.

Entonces el último reducto de libertad, es el arte, la poesía (donde las malas palabras no existen), la violencia del color y su armonía, la razón contra razón, la forma, la emancipación del sonido.

Es por eso que un artista no cabe en los sistemas, porque la primera condición de la libertad es la inteligencia, y la primera tarea de la inteligencia es el cuestionamiento. ESTAMOS MALDITOS.
Ningún lugar es el lugar nuestro; y es por eso que seremos siempre extranjeros en cualquier tierra, incluso la nuestra. Hemos nacido nómadas. Tenemos la nada como patria absoluta y la naturaleza como nuestra única maestra.

SERGIO GARECA

EL ALCOHOLISMO CREATIVO



Sí, esta es una justificación. Sí, un alegato en favor del vicio, una medalla a la insistencia en puertas del infierno, un cocacho al arrepentimiento, una excusa para torear elefantes rosados, dieta blanca para tranquilizar cocodrilos, la masticación del ch´aki, un picnic en las pesadillas.
Si alguien, en algún momento, ha imaginado un mundo en el cual todos los seres humanos tuvieran diez minutos de libertad irrestricta, como imaginando el fin del mundo, nos encontraríamos con un estado de ebriedad incontenible e irreversible. Un paisaje muy parecido a nuestras verbenas de 6 de agosto, a la proclamación de algún candidato y tantas otras fiestas que nos caracterizan.  Entonces tendríamos que enfrentarnos, como siempre, a la prima manoseada, a la cuarentona del baile sexy, al filósofo con discurso de cloroformo, al cavernario agresivo y, desde luego, al puritano y la mojigata en plena escándalización.

La naturaleza, en sus asociaciones y agresiones, permanece en este estado, en un constante peligro de muerte, en excitación exultante, en un engañoso clima de paz. La humanidad en el permanente proceso de autoengaño al cual ha llamado historia, se cree y se justifica, ante sí misma, como civilización, en la misma mascarada, a la cual asistimos todos y, cual rey de los bufones, con careta de rectitud, orden y armonía social, juzga por juzgar. Y disimula de perfil su abdomen hinchado de vanidad y buen gusto. Algo que aún no ha penetrado en sociedades superiores, de animalidad expresa.
En nuestro caso. La sociedad en plena negación de lo salvaje, se contiene en la medida en que se ve obligada a sus propias licencias temporales y espaciales, como feriados, fiestas, o simples fines de semana.

Varias tribus de Norte América, tenían como uno de sus principales rituales, abandonar al adolescente en medio del bosque durante una noche, en la cual éste tendría encuentros místicos consigo mismo y la naturaleza. Al volver del ritual, ya se los consideraba hombres. Este ritual es común a otras sociedades. En la nuestra, este rito no existe. Lo más cercano a ello es el cuartel, como una prueba de sufrimientos  y resistencia, del cual se alardea constantemente. Sin embargo no llena el espacio espiritual que estos ritos tienen. Por eso, no es extraño que el hombre (sin aliviar al alcoholismo femenino), reviva la sensación de riesgo, al que ha estado acostumbrado el ser humano durante milenios en la mesa de un bar o en un  pandemónium como los tantos que tenemos.
Nos enfrentamos a: primero, la necesidad permanente de riesgo.  Segundo, a la rebelión contra las convenciones sociales en tierra de nadie. Tercero, la desinhibición psicológica. Cuarto, a la distención del ilusorio mundo de orden, al mundo caótico para despertar el principio entrópico creativo.
Éste último corresponde tanto al bohemio que fuerza el desorden a su vida para permanecer en un permanente ordenamiento de la realidad, cual lego. Y en segunda instancia, el desorden social del cual salen nuestras más altas expresiones culturales, pongamos por ejemplo: el carnaval. Tal cual la metáfora del origen: Del desorden, la Creación.  

Esotéricamente, el alcohólico ya pertenece al tercer círculo dantesco. Y así como la disciplina espiritual nos conduce a planos superiores a los que nos encontramos en estado “consciente”, la indisciplina, en este caso el alcohol, nos conduce a planos inferiores. Un borracho vive en otra vibración mientras se mantiene ebrio y es capaz de deleitarse con la cosa más banal así como es capaz de sufrimientos indecibles en delirium tremens. Así regresa como Orfeo del infierno, con una melodía, un poema o una imagen. Básicamente, los malditos, quienes son ángeles del infierno, quienes han asistido al terror, quienes viven como artistas: entre el chiquero y las estrellas.

El alcohólico, en una etapa del alcoholismo, como un conjuro terrible, antes de perder todo su mundo propio y ajeno, pues es también un juego muy peligroso; atraviesa un tiempo que pudiese ser muy prolongado de lucidez. Así un alcohólico puede llegar a ser hasta 5 veces más inteligente que una persona normal. De ahí que se vuelve mañoso y mitómano. Nada más relacionado con la creatividad, que mentir. La abstracción lógica que implica la mentira, a niveles increíbles de premisas y silogismos, también es aplicable completamente al ser creativo, con recovecos novelescos, teorizaciones estéticas, abstracciones lógicas en verbo y forma; todo esto sin contar con la hipersensibilidad provocada.

También debemos añadir, la cantidad inimaginable que contiene ese banco de anécdotas, sucesos y comunicación de sinceridad extrema a la que uno se expone. Material suficiente para hacer una nueva comedia humana.

Al ser una reacción directa a la necesidad de riesgo, implica, a su vez, una sensación ilimitada de seguridad. La fijación oral de la bebida, remonta directamente a la fase de lactancia, al estado en el cual todo ser humano se ha sentido protegido por la madre. Sin esta seguridad, quizá ilusoria, no habría cómo enfrentarse al riesgo y lo desconocido, dentro de un bar o en cualquier otra circunstancia alcohólica. Lo que podría acabar, y ya acabó en más de una desgracia.

Es muy peligroso, sí. Es jugar tunkuna al borde del abismo. Por todo dicho, niños, no hagan esto en casa.

SERGIO GARECA
Marzo, 2015