martes, 26 de mayo de 2015

LOS INCRIMINADOS Y LOS DISCRIMINADOS: Acerca del Día contra el racismo y la discriminación




LOS INCRIMINADOS, gritan descolonización pero solo tienen dos maneras de vivir bien, brillar como originarios y gobernar como romanos.  
LOS DISCRIMINADOS, no son raza arrasada, ni accidente de occidente, son como en todos los tiempos víctimas del poder.
LOS INCRIMINADOS, dicen que Estados Unidos son la plaga mundial, que no son capaces de unir al continente, pero anuncian lo lindo que se llevan con Clinton y otros ex presidentes de América Del Norte cuando piden mar para Bolivia, y los ponen en los anuncios por encima de Rigoberta Menchú.
 LOS DISCRIMINADOS, no saben lamer culos y tienen las manos demasiado ocupadas como para aplaudir.
LOS INCRIMINADOS, odian al capitalismo, pero se arrodillan y piden préstamo al Banco Mundial, porque nuestra economía está primorosamente bien.
LOS DISCRIMINADOS, son la revolución muerta, la que estuvo viva en las carreteras, mientras los otros estaban bajo cama temblando de miedo en octubre de 2003.
LOS INCRIMINADOS, dicen revolución cultural, y hacen correr las máquinas por el desierto y por las pampas, auspician la venta de carne en bikini y soportan con absoluta tranquilidad que las empresas camineras destruyan el patrimonio arqueológico y natural de su país plurinacional.
LOS DISCRIMINADOS, son la masa creativa, por marginal, subversiva y por subversiva, amenazante.
LOS INCRIMINADOS, hablan de los derechos de la madre tierra, pero le interesa mucho más la idiotez de un presentador de TV, que la contaminación del Lago Poopó, del Titicaca o que la minería gaste en un solo día toda el agua potable que Oruro consume en un año.
LOS DISCRIMINADOS, están a punto de tragarse el pijcho, y también atragantarse.

SERGIO GARECA
MAYO 2015

lunes, 18 de mayo de 2015

5 AÑOS DE DESASTROSA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA DE LA CULTURA EN LA GOBERNACIÓN




Con mucha ilusión y esperanza hemos sabido del proyecto de teatro y complejo cultural que tienen planificado para la zona este de la ciudad. Sin embargo nos nacen unas cuantas inquietudes.

El proyecto tiene un costo total de 140 millones de bolivianos. Lo que representa el mayor gasto que se haya hecho en cultura en el departamento de Oruro. Pero esto no significa que sea el mejor gasto ni que pueda darle calidad al recurso invertido.

Si hacemos un par de sumas, o restas, podremos darnos cuenta de lo desastrosa que ha sido la administración del recurso público durante los últimos 5 años.

Lo que no podemos explicarnos es ¿por qué cuando solicitamos la ampliación del Salón Valerio Calles se nos da una negativa?, o ¿por qué, cuando pedimos, la restauración del Palais Concert se hace un despilfarro del recurso público en actividades de las cuales no quedará ni el afiche para recuerdo de las próximas generaciones, mientras el patrimonio histórico arquitectónico se cae a pedazos?, ¿por qué, cuando insistimos en que METABOL era un proyecto importante para la recuperación de espacios históricos la gobernación se hizo a un lado? Por lo visto no es falta de recursos, pues en todo caso tenemos a disposición estos 140 millones. Esto nos hace pensar qué no se trata de dinero, sino de que alguien pueda decir: “haré esto” por decir “lo hice yo” o “nadie tiene tan buenas ideas como las mías”.  

Recordemos que ésta sería la primera inversión en infraestructura para nuestro sector. Desde luego, sin contar con los famosos paraderos turísticos que no les sirven ni para tomar sombra a los sedientos perros del campo. Entonces deberíamos decir que sí se hizo gestión cultural por lo tanto podríamos remitirnos a los resultados. Incontables cantidades de papel impreso y el festival de la canción.

De lo que deducimos que la inversión cultural es básicamente un subsidio a las imprentas de la ciudad y que muy poco de esto puede decirse que le queda al actor cultural en sus diferentes facetas. Sigamos haciendo cuentas:

¿Cuánto se ha invertido en enriquecer el patrimonio pictórico, monumental o plástico de la gobernación para evitar que sus oficinas sigan siendo ornamentadas con carteles como pensiones de barrio?: Bs. 00.00

¿Cuánto se ha invertido en investigación del patrimonio material e inmaterial del departamento? : Bs. 00.00

¿Cuánto en restauración, protección y salvaguarda de ese patrimonio? : Bs. 00.00

¿Cuánto se ha invertido en la producción, promoción y democratización de literatura, libros y textos? : Bs. 00.00 (no vamos a contar ese tolderío en salón de fiestas al cual han llamado feria del libro)

Así la lista podría ponerse demasiado extensa.

De lo que se trata  es de optimizar el recurso, a eso, en su esencia primera, se le llama economía.

El proyecto llevará 4 años y tiene una superficie edificada de 200 por 100 metros y será construido  en la pampa. 

Esto significa que con esos 140 millones albañiles, peones, arquitectos e ingenieros, llevarán a su casa comida durante cuatro años, mientras los artistas venden sus cuadros a 20 bs. Y le aseguro que ninguno de los funcionarios, ni siquiera los de la secretaria de cultura ha comprado ninguno. Lo que parece un negocio millonario a nombre de la cultura, así como construir estadios monumentales donde no va nadie lo es para las empresas constructoras, a nombre del deporte. Porque cuando se muere un Maestro de las artes, la música o las letras,  la gobernación no puede comprarle ni un ramo de flores.

Por lo que entendemos no será un terreno tan extenso y que había muchas alternativas de comprar o expropiar esa extensión dentro de la mancha urbana o bien reducir el complejo y buscar el cambio con el depósito de aduana que perjudica al centro de la ciudad, por ejemplo.  O en su caso, usar los predios que se utilizaran para el teleférico, que es un proyecto sin sentido ni utilidad.

Con los 140 millones de bolivianos podríamos:
Comprar y construir 10 edificios en diferentes zonas para uso cultural totalmente funcionales.
Crear un sólido crédito para empresas culturales.
Crear una renta vitalicia para personalidades que han contribuido con la cultura boliviana.
Ampliar más 100 veces el salón Valerio Calles
Restaurar el Palais Concert más de 15 veces.
900 festivales internacionales
Producir 140 películas
Restaurar más 50 edificios coloniales
Publicar más de 20 000 libros o en su caso adquirirlos que equivales a adquirir 100 millones de volúmenes. Lo que equivales a más de 500 libros por niño en el departamento.
O producir su equivalente a 20.000 discos.
Crear un fondo de crédito para  empresas turísticas
Crear la universidad del arte y las letras.

Por tanto este proyecto no es lo que necesitábamos ni lo que queríamos, pero si hay un gasto para cultura, bienvenido. Así sea. No necesita de nuestro apoyo porque todo este tiempo lo que se ha hecho  por nuestro nombre ha sido a nuestras espaldas.

Sergio Gareca

jueves, 14 de mayo de 2015

LA FUERZA DEL RINOCERONTE EN EL PAISAJE: Apología a EDUARDO NOGALES





En pocas ocasiones volvemos regresamos en el tiempo a mirar a los premios más prestigiosos de nuestro país, menos aún, a quienes no obtuvieron los primeros premios, sino menciones. ¿Quién ganó el Franz Tamayo en 1981, por ejemplo? Eso nos hace pensar ya dudosamente en la trascendencia de las obras ganadoras y de los mismos Premios.

Una de las obras más relevantes del Premio Yolanda Bedregal, que repetidamente se ha sostenido entre las obras finalistas y que además, motiva a su lectura actual y que con seguridad marcará presencia en el futuro es la de Eduardo Nogales. Por eso he de referirme brevemente a las tres obras finalistas del Yolanda Bedregal de los años 2001, 2002 y 2004.

En los tres maravillosos libros: El Jardín de las lentitudes, El último Cabaret y El Humo del paraíso; se respira un aire de Anti Humanidad, Anti Civilización, una contra eternidad y la animalidad vital que habita el paisaje, que más que nada es nostalgia.

 El jardín de las lentitudes es, ante todo, un canto de libertad; la libertad como un despojo de todo (la humanidad incluida), que propone como sanación única la nada o el paisaje. Porque el poeta (que actúa primero como un espectador), es quien nada tiene, y quien nada tiene ve en el que tiene (el paisaje), su pobreza. De ahí nace una nostalgia por un origen, una pacarina (simbólicamente en el mundo andino hueco de donde nacen los dioses y la vida, en el caso de Eduardo Nogales este hueco pudiese ser el cielo), un lugar donde uno puede llegar a estar con uno mismo. Particularmente tuve un gozo especial al leer este libro pues lo leí a orillas del Uru Uru, que es precisamente el paisaje que se describe en el libro. Allí es mucho más fácil comprender el juego de distancia y cercanía que se va repitiendo en los poemas. Pasa lo mismo con los reflejos del paisaje, el desierto de afuera con el desierto de adentro. Y aún así, el desierto es vida, porque la vida es acontecer en el paisaje, donde no hace falta saber del ser porque todos somos, en pocas palabras lo físico llega a ser la abstracción del pensamiento. Así propone anular el lenguaje, pues es un desierto de ideas, pero no un paisaje. Porque la naturaleza es completa, pero nada más que ella. El lenguaje nos permite extremos como la mesura y la desmesura, pero todo ser en el paisaje es un ser equilibrado, el paisaje es inmutable, la verdad que está, la verdad que es. El ser humano occidental es el antipaisaje. La lucha entonces en la poesía de Nogales es el triunfo del hombre del paisaje, el hombre permanente, el hombre memoria que honra la Tierra, y este hombre no es otro que el hombre Uru.

“La palabra es el otro hombre
Del ser desasido del tiempo”

El ser humano no entiende, duda y por dudar razona, no comprende la certeza del paisaje. Es lo que le da una dicotomía perversa, porque es real, por estar en el mundo, pero ilusorio para sí mismo.

En El último Cabaret, la mismidad, es un concepto recurrente. Este concepto también hizo su parte en el libro anterior. Así podemos deducir que el último cabaret es la misma casa, el regreso. Porque la nostalgia vive en todo el poemario, así como un excelente poder de definición. La conversación con su clima ideal, el bar. Ahí con la presencia del tiempo y la construcción permanente de antihumanidad.

Desde entonces y para negar las ilusiones
A pesar de la cifra de los atardeceres y los libros
La tierra sería una taberna
Un arrabal
Y una letra más entre las cosas y los símbolos.

A partir del verso podemos identificar la necesidad de una simbología propia que existe antes y luego del texto como: Musgo, como equivalente a su primera intuición poética, la infancia la vida en lo inhabitable; o, ángel, equivalente a un estado mágico, también la niñez.

Este simbolismo se fortalece en El humo del Paraíso, con conceptos como el aire: única relación con el mundo, respirar; la serpiente como la imposibilidad, a anulación del tiempo; el insecto equivalente al pensamiento, la incapacidad de comprender lo grandioso o absoluto; y el que más me gusta el rinoceronte  que equivale a la fuerza de la imaginación.  Así todos estos conceptos logran una sinonimia selectiva;  sin acusar diferencias ni sentados. Los seres están presentes física y simbólicamente.

En este libro la primera necesidad es lo divino, el contacto con la creación o lo creado en su primer estado; la segunda, corregir el propio ser. La tercera  necesidad es el amor (simbólicamente la golondrina, que en el anterior libro estaba en el bar), el amor es la nostalgia.

El poema es la guerra, de esa guerra queda humo, desastre. Ese humo, el humo del paraíso es la poesía y por poesía la soledad. La humanidad es el paraíso encendido, y su lenguaje es el humo de esa maravilla destruida.

También ha construido una existencia en tiempos múltiples, un universo personal histórico con dilemas personales: 1º la contemplación de la realidad, 2º el lenguaje como simple referencia de la realidad, 3ºel tiempo y su estado impreciso, 4º la diferenciación del hombre por el lenguaje, la humanidad en su insignificancia 5º la exaltación de las virtudes oscuridad, tristeza y locura, que permiten acercarse y adentrarse en el paisaje; 6º la paradoja sapiencial, la sabiduría que es incomprensión y que es lo contrario de lo que desea ser, porque el ser humano es un necesitado de sabiduría pero a la vez es el ser que desconoce todo, el ser que miento y depende de la mentira, el ser maldito. 7º la nostalgia del uno mismo, que es y ya no. 8º la palabra como pre-sentimiento, no como el sentimiento mismo.

El poeta se consciente como ermitaño solo, fruto de la ausencia, el héroe extraño, el solitario, aquél que construye un imperio triste; el cuidador de la maravilla, el sabio consciente del regreso y del tiempo, de lo imposible. .

Es al principio de este poemario, donde se revela la poesía, en general y la suya en particular

Debo exaltar también la fidelidad de la poesía con el conocimiento primitivo
La metáfora y el significado salvajes preservan el vocablo de la correspondencia entre el universo viviente, las dimensiones sensibles y el pensamiento, que tratan, apenas, de traducir, la ilegible potestad de lo extraño.

Por esta, y otras tantas razones, Eduardo Nogales es un poeta difícil de matar, por antihumano, porque su poesía es poesía viviente, no existencial, sino existente y perdurará porque conforman una unidad de vida y tiempo, porque es una escritura a su propia ausencia.

SERGIO GARECA
Oruro, mayo 2015  

LA FUERZA DEL RINOCERONTE EN EL PAISAJE: Apología a EDUARDO NOGALES





En pocas ocasiones volvemos regresamos en el tiempo a mirar a los premios más prestigiosos de nuestro país, menos aún, a quienes no obtuvieron los primeros premios, sino menciones. ¿Quién ganó el Franz Tamayo en 1981, por ejemplo? Eso nos hace pensar ya dudosamente en la trascendencia de las obras ganadoras y de los mismos Premios.

Una de las obras más relevantes del Premio Yolanda Bedregal, que repetidamente se ha sostenido entre las obras finalistas y que además, motiva a su lectura actual y que con seguridad marcará presencia en el futuro es la de Eduardo Nogales. Por eso he de referirme brevemente a las tres obras finalistas del Yolanda Bedregal de los años 2001, 2002 y 2004.

En los tres maravillosos libros: El Jardín de las lentitudes, El último Cabaret y El Humo del paraíso; se respira un aire de Anti Humanidad, Anti Civilización, una contra eternidad y la animalidad vital que habita el paisaje, que más que nada es nostalgia.

 El jardín de las lentitudes es, ante todo, un canto de libertad; la libertad como un despojo de todo (la humanidad incluida), que propone como sanación única la nada o el paisaje. Porque el poeta (que actúa primero como un espectador), es quien nada tiene, y quien nada tiene ve en el que tiene (el paisaje), su pobreza. De ahí nace una nostalgia por un origen, una pacarina (simbólicamente en el mundo andino hueco de donde nacen los dioses y la vida, en el caso de Eduardo Nogales este hueco pudiese ser el cielo), un lugar donde uno puede llegar a estar con uno mismo. Particularmente tuve un gozo especial al leer este libro pues lo leí a orillas del Uru Uru, que es precisamente el paisaje que se describe en el libro. Allí es mucho más fácil comprender el juego de distancia y cercanía que se va repitiendo en los poemas. Pasa lo mismo con los reflejos del paisaje, el desierto de afuera con el desierto de adentro. Y aún así, el desierto es vida, porque la vida es acontecer en el paisaje, donde no hace falta saber del ser porque todos somos, en pocas palabras lo físico llega a ser la abstracción del pensamiento. Así propone anular el lenguaje, pues es un desierto de ideas, pero no un paisaje. Porque la naturaleza es completa, pero nada más que ella. El lenguaje nos permite extremos como la mesura y la desmesura, pero todo ser en el paisaje es un ser equilibrado, el paisaje es inmutable, la verdad que está, la verdad que es. El ser humano occidental es el antipaisaje. La lucha entonces en la poesía de Nogales es el triunfo del hombre del paisaje, el hombre permanente, el hombre memoria que honra la Tierra, y este hombre no es otro que el hombre Uru.

“La palabra es el otro hombre
Del ser desasido del tiempo”

El ser humano no entiende, duda y por dudar razona, no comprende la certeza del paisaje. Es lo que le da una dicotomía perversa, porque es real, por estar en el mundo, pero ilusorio para sí mismo.

En El último Cabaret, la mismidad, es un concepto recurrente. Este concepto también hizo su parte en el libro anterior. Así podemos deducir que el último cabaret es la misma casa, el regreso. Porque la nostalgia vive en todo el poemario, así como un excelente poder de definición. La conversación con su clima ideal, el bar. Ahí con la presencia del tiempo y la construcción permanente de antihumanidad.

Desde entonces y para negar las ilusiones
A pesar de la cifra de los atardeceres y los libros
La tierra sería una taberna
Un arrabal
Y una letra más entre las cosas y los símbolos.

A partir del verso podemos identificar la necesidad de una simbología propia que existe antes y luego del texto como: Musgo, como equivalente a su primera intuición poética, la infancia la vida en lo inhabitable; o, ángel, equivalente a un estado mágico, también la niñez.

Este simbolismo se fortalece en El humo del Paraíso, con conceptos como el aire: única relación con el mundo, respirar; la serpiente como la imposibilidad, a anulación del tiempo; el insecto equivalente al pensamiento, la incapacidad de comprender lo grandioso o absoluto; y el que más me gusta el rinoceronte  que equivale a la fuerza de la imaginación.  Así todos estos conceptos logran una sinonimia selectiva;  sin acusar diferencias ni sentados. Los seres están presentes física y simbólicamente.

En este libro la primera necesidad es lo divino, el contacto con la creación o lo creado en su primer estado; la segunda, corregir el propio ser. La tercera  necesidad es el amor (simbólicamente la golondrina, que en el anterior libro estaba en el bar), el amor es la nostalgia.

El poema es la guerra, de esa guerra queda humo, desastre. Ese humo, el humo del paraíso es la poesía y por poesía la soledad. La humanidad es el paraíso encendido, y su lenguaje es el humo de esa maravilla destruida.

También ha construido una existencia en tiempos múltiples, un universo personal histórico con dilemas personales: 1º la contemplación de la realidad, 2º el lenguaje como simple referencia de la realidad, 3ºel tiempo y su estado impreciso, 4º la diferenciación del hombre por el lenguaje, la humanidad en su insignificancia 5º la exaltación de las virtudes oscuridad, tristeza y locura, que permiten acercarse y adentrarse en el paisaje; 6º la paradoja sapiencial, la sabiduría que es incomprensión y que es lo contrario de lo que desea ser, porque el ser humano es un necesitado de sabiduría pero a la vez es el ser que desconoce todo, el ser que miento y depende de la mentira, el ser maldito. 7º la nostalgia del uno mismo, que es y ya no. 8º la palabra como pre-sentimiento, no como el sentimiento mismo.

El poeta se consciente como ermitaño solo, fruto de la ausencia, el héroe extraño, el solitario, aquél que construye un imperio triste; el cuidador de la maravilla, el sabio consciente del regreso y del tiempo, de lo imposible. .

Es al principio de este poemario, donde se revela la poesía, en general y la suya en particular

Debo exaltar también la fidelidad de la poesía con el conocimiento primitivo
La metáfora y el significado salvajes preservan el vocablo de la correspondencia entre el universo viviente, las dimensiones sensibles y el pensamiento, que tratan, apenas, de traducir, la ilegible potestad de lo extraño.

Por esta, y otras tantas razones, Eduardo Nogales es un poeta difícil de matar, por antihumano, porque su poesía es poesía viviente, no existencial, sino existente y perdurará porque conforman una unidad de vida y tiempo, porque es una escritura a su propia ausencia.

SERGIO GARECA
Oruro, mayo 2015