¿Cuál es la prisión de las
palabras? ¿De qué necesitan ser liberados los poemas? ¿No es acaso el lenguaje
una representación constante de lo inconstante? AVE NO CHAO (Poemas Liberados),
de Pamela Romano, es un poemario publicado en septiembre de 2016, cuyo bisturí
abre la piel del texto la razón de la realidad. Ya sea a través de un
personaje, una imagen o la palabra misma, la realidad se deshoja hasta llegar a
la nada principal que sostiene lo insostenible.
“se avanza tras el proyecto de lo inconcluso (…)”
La proyección del ser, que no es otra cosa que
una conciencia expectante, hace que ésta sea precisamente consciente,
descriptiva, analítica, sin caer en la cientificidad dogmática, sino más bien
en la pura sospecha, la intuición de una realidad insustancial, o, cuando menos
insatisfactoria.
Esta realidad sospechosa, se
presenta a través de cualidades sonoras “materialidades
que no son”, al referirse a las palabras. Las palabras en su inmaterialidad
ayudan a soportar las circunstancias que se despliegan de la cotidianidad. La
cotidianidad es a su vez la misma proyección a la inversa. La proyección de no
ser.
La realidad de la proyección es
puramente un tiempo y lugar real-ficticio, la solidez creada, la paternalidad
de la verdad asumida y luego cuestionada. Este carácter de cambios de
escenarios, imágenes, y mascaradas constantes, mentiras fieles a la
realidad-mentira, construyen el barroquismo del poemario.
Cada palabra fugitiva, ya sea sol
o árbol es efímero por sus propias cualidades lingüísticas. Pero solo en
nombrador puede nombrar así lluevan los nombres. Así el nombre de lo creado
para el creador (o la creadora en este caso), es su propia asfixia. Tanto la
búsqueda de los nombres, como en la contundencia de la realidad creíble en su
armatroste sintáctico. Esto, sobre todo, en el poema Jhon and cigarretes.
El ser en la imagen sólo
encuentra una ocasión para ser. Pero es el no ser el que triunfa. Es una
ceremonia de divorcio permanente con el mundo. Desde el no ser, se vive
artificialmente esta realidad, la realidad de ser.
Simbólicamente el sol, asume la
personalidad de la realidad. Es el personaje real mediante el cual se miden las
otras cosas. Así el sol, no sólo es sol. Es más que su apariencia, su cualidad
y su carácter. Una oportunidad de la presencia. El sol es sol desde donde ella
está. Su propia situación.
Otro símbolo parece ser el
papel-agua. Es el papel dos cosas, la oportunidad de lavaje de la gran mentira,
o la necesidad de esa gran mentira. Estar mojado es la necesidad del sol. Así,
casi a tientas, la realidad no es en sí misma. El sol es su forma, su potencia
y por último su distorsión. Es a todas luces, pura experimentación sobre ella.
Una ceguera a la fuerza donde solo existe la percepción y, acaso en algún
momento, la intuición. De ahí nace la necesidad de sacar de raíz toda
percepción. Para estar en paz con el no ser.
Otra cualidad otorgada a la
realidad es su espectacularidad, su devenir curioso sobre sí misma. De allí que
el yo del poema participe en casi todos los poemas desde esa personificación,
en una irrealidad. Disfruta totalmente de ser ficticia. Es su conciencia,
traidora, la que devela todo el juego de telones.
La ficción sobre sí misma,
disfruta de ser, de algún modo, un no ser, más interesante que el ser. Sea este
un asesino o un puro sentimiento que viaja de la palabra al cuerpo. La
autobservación de un teatro esquizofrénico. Catatónico como adelanta el
epígrafe de Benjamin, viajando en la inmóvil certeza de la ilusión de la
realidad, la realidad y sus representaciones.
La escritura en el libro es un
ejercicio gnoseológico de percepción y antipercepción. Todo el juego se resume
en la realidad como propia duda de ser. El pálpito de un corazón inconcluso.
Asumir encarnar la realidad desde lo invisible habitable.
Por último, Ave no chao, un ave
en el piso no es un ave vencida, sino una parte del paisaje. La única parte
creíble frente al ave en el cielo, frente al regado y la fuente y el pedazo de
pan. Todo acontecimiento en el cual se está casualmente. Contar. Incurrir.
Estar con la realidad, ilusoria pero latente. Un lugar, un no lugar, un todo
lugar. Un camino hacia la hiper realidad. No hay razón para estar. Pero
estamos.
SERGIO GARECA
Desde otros “carnavales”
JUNIO 2017