viernes, 31 de agosto de 2018

INHALÁMBRICA DE DANITZA FUENTELZAR

INHALÁMBRICA DE DANITZA FUENTELZAR

Hace unas semanas recibimos la visita de Danitza Fuentelzar, al festival “Palabras en altura” de Poesía, además de haber participado de APTHAPI, encuentro de arte contemporáneo en la frontera. Aquí una breve reseña de su libro INHALÁMBRICA.  

El poemario entre sus varias temáticas es un paseo por la ciudad oculta, pone a la vista el detalle en punto visible, desentierra lo subterráneo. El mérito de la poeta es entonces meter manos a tierra en búsqueda de encanto y desencanto.

La poesía explicita. La poeta se encuentra marginal, sexualizándose, sexualizando el vacío. Poniendo escenas sexuales como en una revista de actualidad deportiva. Tiene el mérito de la frialdad del cirujano o el limpia baños. Devela la vulnerabilidad de lo masculino (la herida en el falo), pero también de lo sexual ya no placentero, sino una relación con la carne desde la herida.

La muerte a lo largo del libro es invasiva. El espacio está copado por ese hado de desencanto. Sin embargo ella es reincidente. Le gusta lo que odia. En el libro la vida se ha banalizado por el triunfo e insistencia de la muerte. Tanto es así, que todo queda muerto. Es un paseo por la carnicería, donde todo lo rojo y fresco es el sexo, y a veces también se infecta. Es poesía de defensa al consumidor a los hábitos sexuales.

La banalización de lo supuesto sublime. Recuerda a nuestros mercados de ropa americana donde las prendas están expuestas sin ninguna diferenciación entre ninguna de ellas. Totalmente coincidente con el descompás del libro y su arritmia. Nos revela a los seres humanos como sólo un cumulo de piezas que podrían llamar el interés sin nada especial que las diferencie unas de otras.

La feminidad en la carga de la palabra “preñado” llena el vientre de maldiciones, un absoluto y cabal embarazo.  Por eso se deja ver una potencia, no-potencia, impotencia, una fuerza no lograda. La certidumbre de que todo va y se irá a la mierda por generaciones.

Inhalambrica, es poesía de lugar. Su lugar es Iquique, su realidad under. Pero también es ese lugar flotante en el propio imaginario de la poeta. Ser remite todo el tiempo a órbitas de su habitualidad y su extrañeza en lo remoto. Una relación inalámbrica permanente con esa atalaya que ella misma se ha hecho desde Iquique. Porque la ciudad es su personaje, con nombre propio. Por tanto, invade las realidades próximas con esa armadura. Se conmueve con la ilusión, la ruina y el dolor.

La única elevación del cuerpo por encima de su miseria es la tierra, el ritual. También la otredad. Esos otros que alimentan su curiosidad, pero también le permiten ver al mundo, aunque sea de soslayo.

SERGIO GARECA.
ORURO, 2018