lunes, 29 de enero de 2018

Un país con dos derechas


Habría que patearle las bolas al tal Martínez. No puedo entender cómo puede vérsele como héroe, pues ambos, él y Evo son tal para cual.
Evo, en su racismo fase 2, argumenta ridículamente “soy indio, ténganme pena. Soy indio y por eso me odian” y razona al colmo del infantilismo “ódienlo a él, él es del imperio”, “ámenme a mí y sólo a mí”. Ya en el colmo de la lisura y la egolatría, cumple su capricho de jugar a los cochecitos y se tiene que tragar la medicina, bien recetada de los médicos, de entender el despilfarro, cuando desde un principio el gasto militar de este país superaba los de educación y salud. Justificando que el costo de un hospital equivale a cuatro canchas. Lo cierto es que la derecha de evo es la más derecha. Para complacencia del entretenimiento occidental vende a su madre y a su padre. Es completamente inconciente de su patrimonio cultural. Es su propio mesías sin pasado. Su aymarismo es un pretexto. Y por tanto un aprovechamiento de las clases populares.
Se ha dicho que es la clase media la que hace el paro. ¿Pero es que acaso esa calificación es vigente? Si su concepción venía acerca del ingreso económico y posición social. Hoy por hoy hay indios, indígenas para los que les gusta hablar entre dientes, pobres super pobres y ricos super ricos. El conflicto no es de clase, el conflicto es racial. Y ahora las culturas ancestrales están perdiendo el beneficio de la superioridad moral de haber sido la cultura vejada, para demostrarnos que no han sido tan malos como los blancos sólo porque no tuvieron la oportunidad. Su actitud va en desmedro de su historia, nuestra historia, y eso es terrible.
Por el otro lado está el motociclista, con su capricho de niño rico, participando en un deporte de mierda, tan orgulloso como el otro del país que destruye; y va la canalla al circo a mirar como el payaso se ríe del dueño del circo, pero nunca deja de ser payaso. En el reconoce valor, en uno más de los falsos héroes que este país necesita para mantenerse cuerdo, aun ahora apunto de la debacle moral. Lo único que demuestra es que los que perdieron el poder no se resignan, no pierden sus viejos prejuicios, y se pavonean por las injusticias que sufre todo el pueblo, injusticias que nunca han vivido. Es la otra derecha la derecha perdedora.
Mientras la derecha vencedora del MAS, asfixia la industria en todos sus niveles. La gente está corriendo a los bancos a sacar su dinero, los créditos de microempresa empiezan a acumular su deuda. Y asfixia también al ciudadano común restringiendo su libertad de accionar de pensar y proponer. Desde que el cuerpo de su partido no es más que la burocracia dependiente compuesta por lobos que antes se vestían de oveja rosada y ahora se visten de oveja azul, y defienden el ejercicio del poder por el poder mismo. Se acabó la revolución. Hace mucho. Asfixia otros liderazgos indios, los desprecia, los desprestigia. Es el gobierno de narciso. Sigue enamorándote de ti Evo, hasta que te ahogues.
La increpación de Martinez solamente ha revelado lo perdidos que estamos los ínfimos granos de mostaza en este sándwich de chola a un costado del Dakar.

SERGIO GARECA

Oruro, enero 2017

¿CÓMO AMANECISTE PAÍS?



“La ideología es un estado de ánimo”
Walter Clemente Elio

En octubre de 2003, Bolivia amaneció roja, de sangre e ideas. De repente se puso azul, un azul que de pronto se pone rancio y ya no se sabe que cosa nos espera después. Es increíble como la máquina trituradora de la historia se traga consignas cuando ya están suficientemente masticadas y amargas o desabridas; o las escupe simplemente sobre su propia tierra.
Sabemos que está demás decir que desde siempre hemos tenido distintos estados de humor, liberalismos, nacionalismos, indigenismos; y siempre hemos festejado el triunfo y la caída del mismo mesías. Un ídolo sin rostro al que se le otorga el derecho de darnos esperanza y por tanto cuanta decepción pueda nacer del tiempo y el cansancio.
Si algo hay de constante en nuestro estado de humor como país es nuestra inconsecuencia. Desde que a alguien se le hubiese ocurrido remojar a morenitos en quesillo de leche de oveja, hasta el nuevo cerco. Pero es un carácter natural en el ser humano. Muerto el ídolo anterior, como bien dice Nietzsche, podríamos tranquilamente a un burro. Como que lo hemos hecho siempre, como que podríamos hacerlo nuevamente.
Después de todo el despelote ideológico que representa nuestra historia, después de los conflictos con los médicos sólo podemos entender que los discursos raciales, la vendetta política y el simple cansancio están a flor de piel y de manera tan abigarrada que por un lado cabemos ultra izquierdistas radicales con el más rancio cholo ario, el pro y el contra, el resentido y al consentido social, el mengano, el zutano y el vegano. Mientras del otro lado el burócrata, el vivillo y el inocente mirón de la alegría. Sin respuesta ni paradigma. 
Tanto que lo único cierto por el momento es la incertidumbre. Todos están malhumorados por una razón diferente. A unos les sobra soberbia y a otros, cobardía. Nuestras ideas y temperamentos son de tantos colores que lo único predecible es un horrible marrón. La revolución nos salió mal. ¿Cómo amaneciste de ánimo este año país debajo de ese mandil blanco?

SERGIO GARECA    

ORURO, ENERO 2018

JARDINES DE TLACOC DE GARY DAHER



Tlacoc, que etimológicamente significa “el néctar de la tierra” es el dios tolteca de la lluvia y el relámpago, el señor del tercer sol, quien nos da la bendición de la lluvia y también en su caso el castigo de las inundaciones y otros desastres naturales. Analizar la simbología esotérica de Tlacoc, es ya un desafío, tanto por su riqueza, cuanto por el interés que provoca. Señalando solo algunos apuntes, Tlacoc vive en el mundo causal, un mundo escatológico, donde están las primeras causas de las cosas, con un dominio absoluto sobre el elemento agua. A pesar de ser dios del tercer sol vive en una casa lunar. Dentro de un esquema tetralógico del universo, vive en el paraíso en la parte oriental del cosmos. La pregunta que ahora viene es ¿cómo es que Gary Daher llega hasta la puerta de esos jardines?
Dividido el libro en siete partes la primera “situación en dos pasos”, toma como punto de partida el “Sí mismo”, la experiencia de ser en el tiempo y en el lenguaje. Por experiencia misma el error. La aceptación de los errores asume la toma de conciencia sobre sí. Quema el pasado en un intento de abandono y como un sacrificio para empezar de nuevo.
En la segunda parte “la otra edad”, toma un segundo punto de partida un suceso histórico familiar referencial, así como otro del recuerdo propio, también un homenaje a la amistad. Hasta aquí cada poema es un ejercicio de olvido. Circunstancias que da a manera de sacrificio. Sin embargo son un olvido insatisfecho. Son las últimas cosas a las que se ve aferrado, los últimos arraigos, hasta que llega la señal, el ave como una presencia de algo más relacionado con el cielo, y, en esto, halla un anuncio, el indicio de la lluvia.
En la tercera parte “Mínima constancia” reconoce que ha emprendido un camino, esto tiene una total relación con su libro anterior. El poeta es un hombre con y sin destino. Un caminante que anhela ese sitio donde llegar ese último altar, sin embargo aún es un caminante. Y se ve a sí mismo así constantemente. Es el perdido buscador.
En la cuarta parte “Colmena”, se descubre el desierto metafórico de la anterior parte describiendo la pobreza de la vida en las ciudades actuales y la sustitución de la naturaleza tanto por tecnología cuanto más por nuestra fatuidad humana.
En la quinta parte, “Selva virgen”, aparecen los animales y la naturaleza en una primera fase, como seres reales, una prototransición hacia los seres simbólicos. Se nos revela el otro habitad. El mundo natural en una negación temporal, la secuencia de presentes.
La sexta parte “En el camino”, el poeta se personifica se asume a sí mismo en el mundo simbólico, asume la claridad en el despojo de todo menos ese poco de conciencia inicial, con el que ha renunciado. Encuentra por un instante el centro corazón. Tarda en entrar en sí mismo, en deshacerse del otro sí mismo. Es decir que ha explorado en recuerdos, contextos y alrededores, la realidad, se ha reconocido en ello pero muy escuetamente. El conjunto de poemas es un ejercicio de calibración de encontrar entre una y otra cosa ese centro, y el gran esfuerzo que le cuesta mantenerse allí.
La última parte “Desde la puerta del jardín”, que no es otra cosa que ese centro corazón vibrátil y por tanto fácil de perder que escribe la parte final, describe los elementos naturales su combinación, y desde luego su alquimia elemental, su unión constante que no es otra cosa que el universo mismo, en su fase natural, en el transcurrir constante y cotidiano de sus fuerzas. Es permanecer en la mecánica natural de ese universo. Sol y lluvia, tierra y agua, hombre y mujer. Aquí el mundo natural ya es un paisaje simbólico. El poeta está ahí. Está. Pero no termina de lograr su presencia. 
Es a diferencia de libros anteriores un libro más coloquial, quizá autobiográfico en la medida en que rememora, y en la medida en la que aun busca en la brújula interior una ubicación exacta. Es una transición del ser casual y trivial a un paisaje interior más basto. Es la narración de ese viaje, esa evocación y ese llamado natural a la puerta de los dioses. Nos deja con la duda de la permanencia en aquel reino elemental.

Sergio Gareca
Oruro, enero 2018





jueves, 4 de enero de 2018

LAS FIESTAS DE PERRO PETARDOS


Con la muerte de Mayra Mendoza termina una época de nuestras vidas. Lo que más recuerdo es esa su risotada en el centro de la fiesta como que la felicidad siempre estaba presente. Recuerdo algunas entre otras, y aunque no en todas estuvimos todos juntos fueron muy divertidas.
Recuerdo la fiesta punk en Café Sur justamente en diciembre de hace algunos años. Característica de la orureñidad eso de festejar a patadas. Recuerdo otra cuando estaba el tributo a Red Hot Chili Pepers, fui a felicitar a la banda y me caí sobre la batería. Otras cuando fuimos a una promoción y todos estaban tan aburridos pero terminamos por robarnos la fiesta; o esa otra en cuando en el karaoke, Quiño, Ale y yo hacíamos la banda imaginaria del Mau Wistu Vida y las chicas fingían el groupie también. Una de esas tantas noches que había sobaquera y pedíamos jarras mágicas que jamás se terminaban. Desde siempre traficantes de licor.
También recuerdo nuestra fiesta caníbal en Pumiri, con la armónica ecuatoriana de José Luis Macas, la percusión de Manuel Rojas, el junior haciendo despelote con el bombo. Todos en círculo dando vueltas mientras Nelly acuchillaba una Biblia y todos gritaban 666. Un total aquelarre. La fiesta de compadres donde nos dieron corbata de perritos. O mi matrimonio en el cual había una terrible ronda de baile con YMCA, y Michael Jackson, donde alguien se lanzó de mezanine encima del Mauri, el Ale dando vueltas con su muleta. Hasta la memorable inauguración de la Llama Enojada. O las presentaciones de mis libros que en más de una ocasión necesitaron bidón en lugar de botellas.  
Quizá muchas de esas fiestas rondaron en torno a la música de Carlos Villegas y es ese el sound track de todo ese tiempo que no creo que vuelva por las tantas cosas, diferencias, indiferencias y cariños maltratados también. Pero quedan en la memoria como tiempos felices.  
Quedan fotogramas espléndidos en mi memoria. Lulhy sonriendo en un año nuevo, el Jaime ingresando con petardos en la promo del Dante, el Dante siendo levantado en brazos en el 77, el Junior y sus acrobacias chichas, el striptease del Rubens, el tango de Pedro y Angie, las seis despedidas a la Liz Estrella, el juego del abogado en el cumpleaños de Mayra, el mijail sangrando de la nariz después de que quise tomar un kínder por la fuerza, el Chinta siempre cuidando a la jauría, el José tirando sus poemas a los charcos para amenazar una iglesia evangélica, el Renan y sus aterrizajes forzosos, nuestro reciente Salas ayudándonos en la Llama. Son realmente muchas cosas. Y sobre todo, nuevamente, la risa de Mayra en el centro de todo nuestro Apocalipsis. ¿A poco no?
¿Cuáles serán las nuevas aguas bajo este puente?

SERGIO GARECA
DICIEMBRE 2017