La ciudad antes que ser un hábitat es un dolor.
Es un espacio común, pero también es un imaginario común. Y, dentro de ese
imaginario, quienes estamos acostumbrados a imaginar estamos fuera de lugar.
Hoy ha salido en La Patria una nota a cerca de
un reclamo por parte del Consejo de Culturas al Alcalde Municipal. Es necesario
aclarar algunas ideas.
Contrario a lo que piensa el burgomaestre,
nuestro reclamo desde luego va más allá de una afrenta simplemente personal.
El movimiento cultural de nuestra ciudad tiene
una larga herida moral que no ha sanado nunca con el tiempo; y la gestión
municipal actual, penosamente es el dedo descreído que no piensa, ni se
proyecta hacia ninguna parte, pero que se enorgullece de entrar en la llaga. Este
año hemos tenido uno de los presupuestos aprobados más altos de los últimos
años y ha sido encarado de la manera más irresponsable.
Tal vez sea un complejo idiosincrático de
nuestro país, el que encarna en nuestro señor alcalde cuando dice que somos
nosotros quienes no logramos nada como institución ni como personas; y echa la culpa a otro, como
lo hacemos todos. Una parte de asumir responsabilidades es poder afrontar
nuestros errores, pero es desde el comienzo una máscara de soberbia que le
enceguece.
Si podemos hacer didáctica esta pequeña
explicación diremos que si esta fuera la aldea de los pitufos, el pitufo pintor
está pintando, el pitufo escritor está escribiendo, el pitufo actor está actuando.
En resumidas cuentas cada uno de los actores culturales trabaja cada día
constantemente, en su rubro y muchos con distinciones en el interior y exterior
e interior de nuestro país. Además que desde la gestión cultural ponemos en
alto el nombre de nuestra ciudad a través de redes culturales que tienen que
ver con las distintas artes, danza, teatro, literatura, pintura y otros. Y que
desde nuestras actividades le damos nombre y renombre a nuestra bella tierra. Por
tanto cumplimos como ciudadanos, como artistas con nuestra labor de resguardo
de nuestra identidad, regional y nacional.
Ahí están nuestros triunfos.
Y el gran error de la gestión pública está en
que el municipio puede invertir en mochilas chinas, computadoras asiáticas,
automóviles japoneses o chinos. Pero que dentro de su planificación no puede
invertir en el trabajo honesto de sus artistas a ningún nivel. Que puede
invertir en una impresora que de aquí a unos años será chatarra electrónica,
pero no puede adquirir ninguna obra de
arte que será el referente de identidad cultural de nuestros nietos y de toda
persona que habite nuestra sociedad. Que mientras nosotros somos responsables
con nuestra historia. El municipio se engalana con inversiones millonarias de adquisición
de basura.
No es un problema sólo de nuestro municipio. Ocurre
que en nuestro país nadie ha querido lavar recursos con cultura, les es más fácil
y accesible la obra civil, el sobreprecio en cualquier otro ramo. Porque no
representamos un ingreso a los niveles de negociado, somos ignorados por todas
las esferas del estado, y así como a todas las personas que tienen un trabajo
honesto en este país se nos trata como inexistentes.
Ese es su fracaso.
Esta no es una lucha de hoy es una lucha de
hace tiempo porque se reconozcan nuestros derechos como seres humanos y se
reconozca nuestro trabajo y su aporte al imaginario de nuestra sociedad.
Pero si existen acusaciones inmediatas.
1.
Que
si bien la actitud de la actual administración del municipio era hacer la diferencia,
ha fracasado en el intento. Nuestra autoridad es una más del montón.
2.
Reclamamos
la actitud irresponsable desde la nominación de una foránea en la Secretaria de
cultura, pasando por la poca transparencia de la ejecución presupuestaria hasta
este momento.
3.
Hacemos
notar que esto trae consecuencias a todos los procesos de creación, producción
y promoción cultural que cada gestor y artista viene encarando desde hace
tiempo atrás. Porque las autoridades son pasajeras en el ejercicio de sus
funciones. Pero en los años venideros quienes trabajamos por vocación tendremos
que encarar las consecuencias de estas decisiones fuera de criterio.
En nuestro ámbito, muy pocas empresas privadas
invierten en cultura; y la única inversión significativa, por deber asignado y
competencia específica es la Secretaría de Cultura de nuestro municipio. Es una
puerta grande, que generalmente se cierra en nuestra cara. En esta y otras
gestiones. Es un reclamo permanente y constante.
Se ha solicitado varias veces una reunión para
hacer conocer estas problemáticas y dar a conocer las opciones de solución, pero
siempre hemos obtenido una negativa. Y ese es nuestro reclamo. La autoridad no
está a la altura de lo que acontece. Es un extraño, un ajeno en nuestro ámbito.
Nunca lo veremos en nuestros ruinosos teatros, en nuestras pequeñas galerías de
arte, en nuestros conciertos, y sobre todo en nuestras bibliotecas.
No esperamos que nos entienda, pero que pena
por nosotros los soñadores, que nunca nos damos cuenta de que la esperanza nos
traiciona.
SERGIO GARECA
MAYO, 2019
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