Soy un pésimo lector de diarios. Casi
siempre paso directamente a la página cultural o veo con asco los titulares. No
sé por qué en esta ocasión me di un poco más de tiempo y hojeé La Patria
cuidadosamente. Cuando me topé con los necrológicos, me entristecí mucho pues
vi la fotografía de don Francisco Días Queraltó, jesuita bibliotecario del IAI.
Nunca crucé más de un par de palabras con él pero me causaba una tremenda
admiración. Tengo un libro suyo publicado por Latinas Editores, que propone
rutas de excursión para caminantes de los andes. Es un libro maravilloso y en
más de una ocasión las llevé a la práctica.
Circula un rumor de que toda
herencia y patrimonio que llegó a tener Don Francisco lo invirtió en la Guaguateca
del IAI. Donde un par de veces fui a gozar con los libros de David Carter “Un
Punto Rojo” y “el 2 Azul”.
Alguna vez me contó que una madre
dejó allí a un pequeño niño y el niño quedó poseído por los libros y al salir
gritaba “¡No mamá, no me quiero ir, hay más, hay más!”. Eso se llama pasión por
la lectura.
Sirvan pues estas breves líneas
de homenaje a ese caminante y bibliotecario. Con él uno más de nuestros
patrimonios vivientes nos deja. Hay quienes dan la vida donde se encuentran y
hay otros que solo pasan a cobrar. Gracias Francisco por pensar en los niños de
esta ciudad y por enseñarnos los caminos que, por mirar nuestros ombligos, nos
negamos a andar.
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