“Vivo en Bolivia, país con siete
universidades, lleno de montañas y llanuras, valles y aldeas, hundidas
misteriosamente en lo más profundo del recuerdo. Y más que seguro no puedo
estar de que me moriré en el continente de la esperanza”.
Jesús
Urzagasti, en “Tirinea”.
Para Nietzsche, la
esperanza es uno de los vicios más abominables. Básicamente este pensamiento
deriva de que él consideraba bastante mediocre la expectación acerca del
futuro, de un paraíso prometido o de una situación política o financiera
idílica. Antes que esperar es mejor actuar. ¿para qué esperar algo más allá de
nosotros mismos?
Nosotros quienes
nos encontramos en el campo de las artes y la cultura, que solo en la ciudad de
Oruro, publicamos más 30 libros al año; que presentamos alrededor de 50
exposiciones, más de cien conciertos, más de 20 recitales de danza, diez o más
festivales, más 20 obras de teatro, sin contar investigaciones, gestiones y trasnochadas;
mantenemos viva la flama infinita del espíritu humano consagrada en la más
amplia libertad, la creación.
Condescendientemente,
en los últimos cinco años, publicamos 150 libros, montamos 250 exposiciones,
500 conciertos, 100 recitales de danza, cincuenta festivales, 100 obras de
teatro; y cuando nos preguntan ¿qué hacemos nosotros?, nuestra humildad nos
traiciona y no podemos dar esta simple expresión numérica para que aquellos que
no entienden más que los versos cifrados de la aritmética para medir el
desarrollo, comprendan nuestra capacidad productiva, veraz y contundentemente.
Hoy en épocas de
descolonización, sabemos que los valores morales y científicos a los que
queremos regirnos son diferentes: Munay o ajayu (querer), Ruway o luraña (hacer),
Yachay o yatiña (saber) y atiy o qamasa (poder).
Es decir que quien
quiere, hace; quien hace sabe, quien sabe, puede. Paralelamente, y sin ninguna
contradicción “arte”, en su concepción etimológica significa “Saber hacer”.
Por tanto, nosotros
queremos hacer cultura y hacemos cultura, sabemos hacer cultura y podemos hacer
cultura. ¿Qué podemos esperar más allá de nosotros mismos, si en estos últimos
cinco años, nos han prohibido el teatro PalaisConcert, no han inaugurado una
sola biblioteca o creado cuando menos un fondo para el cine?
Tal como lo ha
dicho la compañera Paty Lazarte “si la tierra es para quien la trabaja, los
teatros debieran ser para los actores, los salones para los pintores, las
bibliotecas para lectores escritores e investigadores”, y es dentro de esa
lógica que vivimos en el pongueaje cultural.
Nosotros trabajamos
pero nos cobran por nuestro trabajo, no nos pagan. Nos alquilan los espacios
culturales como los latifundistas alquilaban la tierra.
No en vano Simón
Rodríguez maestro de Bolívar decía al culminar su vida “En buenos trapos me veo
al final de mi vida por haberme metido a servir al público sin armas”.Los
actores culturales estamos en la solvencia moral para solicitar la
descolonización de quienes pretenden descolonizarnos y solo han construido
culturalmente un folklore socialista.
“La historia ha
hecho ya saltar por los aires tantos montones de basura que obstruían su
camino… Ésta vez hará también lo necesario. Cuanto más desesperantes parecen
las cosas tanto más radical es la limpieza” decía Rosa Luxemburgo. Y con esto
no quiero llegar a la paráfrasis de un poema de Humberto Quino diciendo que
“Cansado de hacer versos/ hoy quiero hacer balas”
Hoy el consejo es
un recodo de dignidad, pero no lo es todo. Porque también es una institución. Y
yo pienso, aunque muchos de mis compañeros no estén de acuerdo, que estamos
como estamos es por exceso de institucionalidad.
Cuando Gorvachev
planteaba un cambio en la vieja URSS, antes de dirigirse a sus ministro pidió
entrevistarse con un actor de teatro y de un poeta. Porque sabía que los sabios
institucionalizados no comprenderían algunas cosas que ellos sí. En esa ocasión
les dijo: “La mediocridad no siempre acoge con agrado a la libertad. A los
mediocres les es más fácil vivir en un sistema controlado”.
Y es verdad. Todo
sistema tiene temor a un espíritu libre. Ahí creo que radica nuestra principal
fortaleza.
Ustedes baben que
vengo de un colectivo cultural donde creemos que la única sabiduría del perro
es la desconfianza. Porque como escribió Adolfo Costa Du Rels“La experiencia es
la memoria de lo peor”. Y en nuestra memoria sabemos cuantas veces han
maltratado nuestra esperanza en las oficinas publicas.
Y quisiera decir
“Yo soy la venganza del arte” como en la novela de Néstor Taboada Terán, pero
nos hace falta mucho crecer como movimiento humano unido. Por eso a mis
compañeros del arte los convoco a la unidad.Por parte del nuevo directorio se
encuentra el compromiso con nuestra libertad y dignidad. Y “Porque el horizonte
/no es más que una hoja en blanco” citando otra vez a Quino, no tengo guardada
ninguna esperanza, más que en el compromiso de las autoridades aquí presentes,
para quitarles razón a mis palabras.
“Un país quiere ser
el resumen del mundo” dice Julio Barriga. Somos trabajadores del arte y la
cultura. Cumplan con la revolución cultural que nos deben.
Sergio Gareca
Oruro, julio 2014
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