Cuando, a las 2
de la tarde, al fin se abrió la puerta de la habitación donde debía alojarme y
me recibió el Cuasi ebrio y en bóxer, supe que mi sufrimiento no había
terminado. Ya había pasado dos noches en la carretera mal comido y mal dormido
a razón de los bloqueos. Hasta mientras pasó el Festival de Poesía de la Ciudad
de los anillos y pasó también la lectura a la cual debía llegar. El Cuasi estaba chocho porque había tenido
suerte en el trago y el amor. Y a mí me sorprendía como la misma realidad de
hace felices a unos, los jode a los otros.
Así jodido pero
contento de haber llegado a destino me dirijí a la Feria del Libro y de
inmediato llegamos al salón donde Andrés Ajens presentaba su libro "Cúmulo lúcumo". Carajo, que
hacía frío. Gozoso de empezar a ver a amigos como Claudia Pardo, Marcel Ramírez
y Benjamín Chávez. Era nomás que me traiga chamarrita, me dije. Antonio lee un
texto de Marcelo Villena, Andrés los poemas y la sesión termina con una
grabación en la que Emma Villazón está leyendo un poema maravilloso. Y eso es,
el infierno frío en que se convierte Santa Cruz sin nuestra amiga y no puedo imaginar la
cantidad de infierno con forestación de témpanos que debe vivir en el corazón
de Andrés. Visitamos a Irene, les cuento que fuimos a Pumiri con el libro de
Emma y que se llenó de arañas. Lectoras y trans-naturales. Misterios… terribles
misterios.
Llegué bajo la
lluvia, a una esquina maravillosa signada con el rótulo de Cronopio. Así que
entré a ver si había famas. Allí está Cecilia de Marchi, el Cuasi y su niña camba, el maestro
Marco Tóxico y luego llegan otros maestros como Aldo Medinaceli y la
amenazadora Marcela Arauz.
Alma tunante, Pulga y Jimmy López, mientras tanto estaban en la isla del turrón en Oruro en
plena fogata, gritándome de todo, mientras yo les entregaba a las fauces del
canto y bullicio que ya habíamos fabricado.
La noche se
diluye y me encuentro destruyendo cosas a las vistas del dueño del bar y luego
robamos una rosa a un convento de monjas. Maravilloso tipo Jorge Loaiza.
Destruir hasta que aparezcan las rosas.
El Víctor Paz
está enfermo, como todos sabemos, pero además está mal de salud. Así que no
puede acompañarnos en nuestras travesuras y trances. Pero gracias a él hay
techo y comida… son los milagros de la poesía. Ya estamos juntos con Vadik
Barrón y Jorge Campero.
De repente
extraño como he venido extrañando desde hace mucho a mi Cinthia y mi wawita
Valentina. Recuerdo la soledad del bloqueo. Pienso en los perros pulgosos
luciendo sus costillas al costado del camino, el barro y los niños descalzos.
Llega la hora de
la presentación y aparecen otros maravillosos amigos, Gary Daher y Marcela,
Herland, Juan Carlos Morgado, Pablo Osorio y Andrea Encinas. Y a mí se me viene
esa tristeza, que es un fantasma terrible. Que tiende a desaparecer en el vaho
de las letras impresas.
Santa Cruz, deja
que el frío y la lluvia caminen solos por la calle. Tomamos cerveza y también
una decisión, y esa es volver al Cronopio. Hablamos, Cecilia lee sus poemas,
además nos cuenta del bloqueo, y como una señora vendía tan barato sus
sándwiches, y otros se reían de ella, porque no faltan los que creen que ser
bueno es sinónimo de ser cojudo.
La noche se
diluye nuevamente. Compro un pasaje a Oruro… las despedidas y nuevamente las
risas como fantasmas en mi cerebro. Me hallo en la terminal otra vez solo sin
saber si estoy en Santa Cruz o si al día siguiente estaré en Oruro. Creo que el
único lugar real es al lado de la Valentina. Que todo otro lugar es una
ilusión. Pienso otra vez en el bloqueo y recuerdo a los mini bloqueadores, pasajeros varados de las flotas, que
así jodidos deciden joder aún más a los otros. Y digo habían más de mil
vehículos en la carretera también miles de personas y ninguna estaba cerca de
nadie… realmente es un mundo de zombis.
Estoy feliz de
haber celebrado la poesía con mis amigos, porque, como dijo mi amigo Dante, la
poesía es todo lo que existe. Fuera de la poesía todo es mierda.
Llegando a
Oruro, abrazo a Valentina y ella hunde su cabeza en mi pecho y yo siento, ella
piensa, “así que éste es el corazón que siempre me está llamando”. Y se aferra.
SERGIO GARECA
Oruro, junio
2015
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