lunes, 25 de diciembre de 2017

UN CUERPO. TRES SECUESTROS


Tras la mampara de un silencio en la crítica, mientras un dilema de huevos se expone en otro rincón de la patria, tres mujeres han encarado a la sociedad desde el arte contemporáneo, tres visiones, tres reflexiones, tres secuestros, quizá de un mismo cuerpo.
En esta retrospectiva a tres de las más importantes instalaciones de los últimos 6 años, rendimos homenaje a nuestra amiga y hermana Mayra Mendoza.

RUPTURAS Y VÍNCULOS (Nelly Tapia 2011)
En el salón de exposiciones de la Casa Municipal de Cultura, se instaló en agosto de aquel año un maniquí blanco de mujer cuyo vello púbico se extendía por tres metros sobre el piso. Acompañaban a esta figura central fotografías de desnudos, también de mujer (la propia artista), y esferas negras flotaban en el techo.
El texto curatorial expresaba lo siguiente:
Negación = Ruptura
Desecho    = Memoria
Cuerpo   = Tensión
Vínculo =   Rito 
¡Aquí está! desde los preparativos hasta la fiesta completa del show del cotidiano femenino. Estudio minucioso de la muerte en el cuerpo vivo. Abierta manifestación del vello púbico(púdico) sale al sol y desquita de su carga moral, estética, no quiere ser ya un campo de batalla. ¡LIBERTAD Y SEPULCRO CON MEMORIA!
Dentro de los tres elementos de la exposición, reconocemos en primera instancia un cuerpo sin cabeza cuya primera revelación es la liberación de la intimidad. El juego de la intimación de la sexualidad femenina como cuerpo en instancia de morbo y por tanto tabú. Esa liberación reacciona contra la responsabilidad estética de la mujer frente a la sociedad significada en la depilación, esta como negación del propio cuerpo y su desenvolvimiento natural sin la obligación de acercarse al prototipo de belleza. El segundo elemento, las fotografías, muestran un cuerpo asfixiado, una desnudez secuestrada. Y el tercer elemento coincide siendo los óvulos negros la obligación de la mujer a la maternidad, el secuestro también de su cuerpo ya desde las entrañas.





ATADURAS (Mayra Mendoza 2013)
En septiembre de ese año en el salón de la Casa Simón I. Patiño de la Universidad técnica de Oruro, se instaló un maniquí blanco bajo un velo intervenido con una lana roja cuyo vello púbico sube hasta la cabeza. A su alrededor, varias esculturas con corsé y sin cabeza con bollos de lana con palillos flotando sobre ellos.
Nótese que el secuestro ocurre primero desde el corsé, que comprende la zona ventral del cuerpo de la mujer. Nuevamente una sujeción al prototipo de feminidad dentro de la hermosura. Se expone entonces el secuestro del cuerpo del vientre, de la feminidad desde la estética. Las lanas y los palillos parecen representar la ocupación mental unísona, cumplir el rol de la feminidad, tejer esperando a los hijos, un secuestro de las ideas y de las aspiraciones. Por último, la mujer velada, la mujer en blanco que construye su pensamiento desde su sexualidad, simbólicamente enorgullecida de lo que religiosamente fuera un castigo, la menstruación. El velo sobre puesto hace de esa mujer otro secuestro, la mujer desde su idealidad sobre sí misma.  




MUJER, TIEMPO Y ESPACIO (Verónica Laura Vargas 2015)
En el salón de exposiciones “Valerio Calles” de la plaza principal, ser instaló un maniquí de mujer sin brazos y sin cabeza, con un vestido blanco manchado de sangre, el interior del mainiquí fue intervenido para mostrar un nido de púas donde nace una rosa blanca. A su alrededor y por todo el salón cuelgan alambres de púas y rosas. Sustituyendo a la cabeza un nido de ave, y llaves colgando en una simulación de jaula. Todo sobre un piso cubierto de botones.
Vemos, comenzando por el derredor, la lucha de la rosa contra el alambre de púas, haciendo un juego de ironía entre debilidad y fortaleza, fragilidad y agresión. En este caso el secuestro ya no tiene la pasividad de víctima, sino que hay una lucha y una relación violenta por ambas partes por la feminidad secuestrada y el entorno represivo. El vestido, la institución marital; el nido de púas en el vientre, dicotomía entre castigo y florecimiento. La mente de un nido, la mentalidad en espera de un nacimiento. Las llaves, como múltiples posibilidades de liberación. Los botones como único suelo donde pueden realizarse la feminidad, el estereotipo, la labor. Simplemente la labor.





UN SÓLO CUERPO 
En los tres casos, hay maniquíes, una mujer estática más que estética. En el primer caso la ausencia de cabeza parece decir que habiendo sido secuestrado el cuerpo, la mente no existe. En el segundo caso, propone el camino de la liberación desde la sexualidad hacia la mente, revelando a su vez la complejidad de la mente femenina. En el último caso, también una mentalidad naciente, una propia prisión, una prisión interna dentro de una prisión externa. La blancura en los tres casos parece asumir una visión de tercera persona, la sociedad que mira ese cuerpo como una nulidad, algo carente de significado, insignificante. Todas denuncian esa insignificancia, esa nulidad. Describen el cuerpo de la mujer como una realidad por escribir.  Y es esa la razón de todos los secuestros corporales, no sólo poseer ni comerciar el cuerpo, sino anularlo.

SERGIO GARECA

Diciembre 2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario