lunes, 25 de diciembre de 2017

La poesía, la declamación y la recitación

La poesía, la declamación y la recitación

Hace un par de meses me invitaron a participar como jurado en un concurso de declamación. Seguramente porque cuando alguien te presenta a las personas diciendo “a él le gusta la poesía”, lo primero que se imaginan es que uno ama mucho a su patria, a su madre, al pájaro revolucionario y a la casada infiel. Al principio pensé con pena sobre mí mismo, luego pensé que habían tenido una amable consideración hacia mí y dije: qué mierda, no seré tan prejuicioso e iré.
Habrá que comenzar diciendo que poesía y declamación o recitación son cosas totalmente distintas. No abundaré acerca de conceptualizaciones, alguna tiene que ver con clamores y la segunda con volver a citar versos. No me animo a querer acercarme siquiera al misterio mayor de las tres palabras. Ciertamente, “la interpretación poética”, como la han llamado, es una categorización de algo que realmente no tiene nombre.
Después de enterarme que patria es de aquí a Villamontes, saltamontes, pájaros, quirquinchos, sancudos, víboras, jaguares y todo bicho y alimaña que se arrastre, brinque o vuele por este sagrado suelo; y haberme hecho escupir, a gritos, culpas y estertores, maullidos, alaridos, rechinantes corceles, o molinos agitando sus terribles aspas de molino que a cualquiera lo acercan a la demencia, también una que otra dulce ternura, sin la cual no hubiese sobrevivido a esa larga tarde; he llegado a apuntar algunas cosas.
1.       Imagino, y es una conjetura mía, que la procedencia de estas manifestaciones culturales se remonta a finales del siglo XIX. Evidentemente trovadores y juglares, también otra gente que guardaba en su memoria grandes hazañas, acontecimientos y preocupaciones de época, existieron mucho antes. Pero me refiero, en especial, al fervor cívico que debe guardar una actividad de este tipo. Según entiendo, por ese tiempo, doña Genoveva Jiménez organizaba veladas de recolección de recursos para la guerra del pacífico y todas sus reuniones de gente acomodada en Oruro, terminaban en vivas a la patria y con alto fervor cívico salían satisfechos con los pechos henchidos y no creo los bolsillos muy vacíos. Con seguridad tales sentimientos estuvieron muy de moda.
2.       Otro origen, que sospecho pueda ser también origen de las horas cívicas, y hablando de modas, son las veladas culturales de grupos de damas en los años veinte. El club de damas de La Paz, otros similares en Oruro. Pude constatarme personalmente de sus programas que tenían más de treinta números en una noche. Imagínense. Lo que supongo ocurrió, es que los profesores adoptaron este arquetipo como el ideal de un disfrute y goce estético al cual debieran acceder todos los niños de nuestros países latinoamericanos, que no podían aún terminar de edificar su prototipo cultural y su ideal de patria. De este modo se llevan las actividades a las escuelas.
3.       Pero también estas veladas de clase aspiraban a otra cosa, al prestigio social y acceder desde luego al rango de persona culta. Por tanto ya en esos tiempos debió haber poemas terribles, desde luego, y poetas del mismo merecido adjetivo. Mientras tanto en la puerta de la taberna de los Tres Osos, el buen Luis Mendizábal, y tal vez Simeón Roncal se agarraban a puñetes en pos de la mejor estética de su tiempo.   
4.       Hay, creo yo, un dejo de estas dos actitudes en la declamación escolar. La intención de que todo goce estético se debe asociar a lo bueno, lo decente, y sacralizar así las mismas costumbres que son la institucionalidad de un país tan “Bolivia” como el nuestro. En segundo término, la aspiración de las personas a la cultura, al estatus, a la muestra, al escaparate social. 
5.       Este escaparate está vigente totalmente en todas las trampas sexuales y sociales que tiene nuestro cívico proceder. La interminable competencia de bandas estudiantiles en Oruro es la conquista de un prestigio, de un derecho a presumir. Maravilloso derecho. Y también constituye un muestrario sexual, casi un ritual de apareamiento entre colegiales. En este caso es algo más genealógico, el hecho del orgullo familiar de ver a nuestros niños pisar los escenarios y soñar con un maravilloso futuro, cercano al bienestar y la fantasía legitima de cualquier padre. Todo bajo el sagrado nombre de la patria. De allí la respuesta masiva en asistencia a estos eventos. Y, por consiguiente, nuestra respuesta, si nadie asiste a nuestras lecturas de poesía, es porque nuestros papas no nos quieren.
6.       Por tanto, nos enfrentamos a la falsedad de los discursos manejados dentro de la poesía escogida para ser declamada. Podemos categorizarla de la siguiente manera: patrióticos castizos, patrióticos revolucionarios. Hay que ver que las vigencias de estos discursos son tan oxidados como la actividad misma. No hay poemas que tengan menos de treinta años.
7.       Esto habla de la poca lectura de los profesores de literatura, y la extrañeza total acerca de nuevas intervenciones, lenguajes, y acciones y manifestaciones del arte contemporáneo. La incomprensión total de la poesía, el poema y lo poético.
8.       Pero también de la vigencia de algunos poemas, en el imaginario del pueblo que pueden conmover a las personas aún hoy. Poemas como “Pido la palabra” o “La noche de San Juan”. Sin embargo, en ambos casos, la concepción general de la poesía que nos otorgan es el panfleto y la consigna. Dentro de una antología de diez o quince poemas, tenemos los referentes para las personas que desean escribir, y acometen con el famoso autor anónimo a lanzar versos, que bien podrían crear la escuela de la antiprosodia.
9.       Entonces aparecen los chicos que escriben sus propios poemas. Y mágicamente, aparece también la realidad, el tema más exitoso de la noche: la disolución familiar, las amantes del padre. Las promesas incumplidas, el odio y la frustración. Dios, patria y hogar, maldecidos, desde la adolescencia, por la socavada institucionalidad, sobre la cual se sostiene el Estado. La sagrada familia. Este tópico nos da una idea general de la psicología social, pero no de la poesía.

Desde luego este no es un artículo para menospreciar los esfuerzos de los maestros que le ponen el hombro a este festival anual, reclamado con vigor por los padres de familia. Pero, creo, es una meditación importante, pues, sucede en el mundo real, que se mueve por encima de esas largas noches de poemas sin futuro que nos expulsan a mandarnos correos, links, frases en memes y todo lo que se mueve aún en torno a las palabras y los bares que nos arrojan a la calle con papelitos arrugados y rayados en los bolsillos, o las solitarias bibliotecas, con páginas cerradas. 

SERGIO GARECA

Oruro, diciembre de 2017

1 comentario:

  1. El año pasado estuve de jurado en un premio de declamación en la alcaldía de Cochabamba y el programa es prácticamente el mismo. Única variación: tres muchachas presentaron "nacer hombre", y otra "quo vadis", poemas de Adela Zamudio. Es decir, más panfleto.

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