jueves, 24 de abril de 2014

EL PÚBLICO LECTOR ESTÁ ENVEJECIENDO


Ayer se celebró el día del libro. Por la mañana CODECLI, el Comité Departamental de Clubes del Libro, puso en pie su tradicional acto de conmemoración con paneles y muestra bibliográfica, en la Plaza Castro y Padilla y por la noche, el colegio Alemán, liceo Antofagasta, William Booth y Colegio Rikie llamaron a una velada poética.

Con mucha solemnidad los clubes del libro pronunciaron discursos y repartieron hojitas de papel con frases de autores consagrados. Los clubes del libro están compuestos en su mayoría por las mismas señoras que mes a mes se reúnen, y constituyen el único público posible de las presentaciones de libros. Ni estudiantes de la normal, ni profesores de literatura, ni libres pensadores independientes.

Esto me recuerda, como anécdota que el año 2011 convocamos a un taller a los profesores de literatura de los establecimientos mediante carta a cada dirección de establecimiento de la ciudad y solo asistieron dos maestros, una de primaria y otro de matemáticas.

Por la noche, en festival de declamación, con una lista kilométrica de participaciones, entonaron viejas loas y poemas, desde el Seminarista de los ojos negros, pasando por el Pájaro revolucionario, un terrible poema al aborto como Carta del niño no nacido, y llegando al colmo con Rojo, amarillo y verde de Juan Enrique Jurado.

Toda esa poesía arrastrada de los pelos por la historia hasta los escenarios llenos de niñas con vestidos de gala, decoración y reconocimiento de flores plásticas.

En el primer caso, los clubes del libro se reservan el derecho de fidelidad a la literatura, pero también han creado el estereotipo de “sociedad”, y el “privilegio” de la lectura, propio de gente culta a diferencia del vulgo. Con ellas culmina la historia lectora de la ciudad y tras de ellas no queda nadie. Esto sin desconocer la amplia vocación de sus organizaciones y su mérito propio y característico.

En el segundo caso, las mentes de los niños y de los jóvenes declamadores ya vienen envejecidas. Sin oportunidad alguna de encontrar un poema que no haya pertenecido a la generación de programas radiales como los de Radio Emisoras Bolivia o Radio El Cóndor y seguramente con amplia nostalgia de sus padres que de seguro tuvieron maravillosas noches de gloria y fama. En esta ciudad sin librerías, sin nexos sin ganas de leer donde cada desnutrido mental sale a pasear el motor de un automóvil que no lleva a ninguna parte y, más del 50 % de la población pertenece a generaciones que crecimos con el televisor, con teléfono celular e internet, con carnaval y Obra Maestra, sin dictadura, sin Guerra del Chaco, con democracia y transcultura, con tradiciones y plurinacionalidad, en fin una ensalada cultural, donde poesía es sinónimo de “hora cívica”, de paletó, de hipocresía, donde la ficción solo es concebible en 3D ¿qué podría importarnos un libro?

El mundo real, nuestro mundo, hecho de marcha, futbol, desfile y carnaval, ha decidido ser la ciudad que prohíba la imaginación y se ha auto condenado a extinguir todo intento de cultura que gire fuera de su ruleta, y se empeña en educar desde temprana edad a que los niños sean dinosaurios, a que se vistan de colorados y se les suban los colores al rostro.

Pero yo sé y tengo fe que invisibles a los ojos de zoognosis, los labradores insomnes, como dijera René Antezana, husmean  en la oscuridad del día, en la incandescencia de la noche, las alas sublimes de aquel artefacto, cuya boca muerde con ternura las miradas, o se ilumina a un clic, que descarga la Gran Comedia Humana, y tras leve respiración se solaza. Pero ¿dónde es aquel lugar en este desierto  donde despiertan los sueños? ¿O no era acaso Juan Mendoza el que se estrelló en arenales y le dibujó una tostadita de cordero al Principito?, ¿No era Van Gogh ese que se paseaba en los pajonales amarillos?, ¿O no es acaso Virgilio aquel que nos trajo hasta aquí?, ¿No es Oruro mejor que Macondo?, ¿o no se acaban de morir, para todos, aquellos que vivirán para siempre?

 

SERGIO GARECA

  

 

 

3 comentarios:

  1. Triste situación hermano, en todo tienes razón, pero también me parece que faltó algo de publicidad, pues yo recién me entero con tu texto de estas actividades, a las cuales yo hubiera querido asistir. Aunque sea para conmiserarme de todo ello y agitar un poco las cosas...
    Edgar

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  3. Muy ciertas tus posiciones Sergio. Es tán dificil encontrar un libro parea adquirir en Oruro q hay q ir a Cochabamba o La Paz para hacerlo. La nueva gente que ha llenado nnuestra ciudad, convirtiéndola en mercado de todo, utiliza sus calles para dar vueltas en sus carros, cada vez más grandes, con música estridente dizque chicha, dizque peruana...dizque cultura.

    Vargas LLosa en "La civilización del espectáculo" describe nuestros tiempos como si hubiese estado en Oruro: futbol los domingos (pandillas "temibles" incluídas, monopólizadoras de la verdad) Carnaval-obra maestra para distraernos y alimentar el chauvinismo de creernos algo, aunque alguien dijo que nuestra ciudad huele a orines (que, aunque se pueden constatar en pleno centro de la ciudad, hacen que enjuiciemos a los que huelen lo que no queremos) Temporada de desfiles desde marzo a octubre, con su "yapita" de bandas estudiantiles que no tienen idea de calidad frente a cantidad todo en sacrificio a una cultura cada vez más venida a menos. Así.claro que los lectores se van haciendo viejos, aunque sean niños, si , total, no hay quien escriba cosas nuevas y ni siquiera se pueden comprar las lecturas antíguas en nuestra ciudad....

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