Mijail Miranda Zapata
(Cochabamba, 27 de Agosto)
Más allá del patético discurso que maneja la iglesia
católica, o la venenosa radicalidad con que obran algunas activistas
feministas, más allá de demostrarse que nuestra sociedad es incapaz de
plantearse con seriedad debates complejos y verdaderamente importantes, más allá de hacerse patente que nos es
imposible mantenernos ajenos a consignas facilistas o discursos engolados y
elocuentes, uno de los grandes destapes que ha provocado la discusión del
aborto es el de un periodismo televisivo que padece un enanismo profesional
crónico. Ninguna novedad, pero, ¿hasta cuándo tenemos que aguantarlos?
Me remito a dos muestras. Una periodista de la Red Uno
Cochabamba, visita el hospital materno infantil del mismo nombre. En él
consultan con el director cuántos abortos mal practicados se atienden al día.
La respuesta alarma a la entrevistadora, dos a tres por día. Se filtra el
comentario de que es un número muy alto. Al cerrar la nota se concluye que eso
sucede en tan sólo uno de los nosocomios de la ciudad. ¿Qué sucede en el
resto?, se preguntan. Y lo que en realidad tendrían que preguntar, a los
profesionales médicos, dejando de lado morbosidades, es si todas esas mujeres
se indujeron el aborto voluntariamente, o si fueron víctimas de consultorios
clandestinos. La respuesta sería un rotundo no. Porque el aborto es una entidad
del embarazo que puede presentarse por múltiples factores que no se
corresponden necesariamente con una actitud que el padre Obermayer calificaría
de homicida. No todos los abortos que se atienden en los hospitales han sido
provocados. El director del Hospital Cochabamba lo aclaró, pero la gente de
Notivisión prefirió irse por las ramas.
Algo similar ocurrió con una irrisoria “investigación
periodística” de ATB. En ella se develaban los “oscuros entretelones de una red
criminal de aborteros”. Cuando en realidad lo único que se hizo fue comunicarse
con un solo anuncio, que tan irresponsablemente publican en las gacetas comerciales
de los diarios, que ofrecía “soluciones” para los embarazos no deseados. La
soberbia de la gente de ATB llegó a tal punto que afirmaron que su trabajo daba
resultados, esto producto de la detención de uno de los jóvenes que facilitaba
las “pastillas abortivas”. Quizás hasta este punto resulte aceptable la labor
desarrollada por estos periodistas, dados los antecedentes en los que, siendo
testigos de robos, golpizas y accidentes de tránsito, prefieren filmar los
hechos para luego repetirlos hasta el cansancio, sin siquiera atreverse a
intervenir.
Entonces descubren que las píldoras reciben el nombre de
Cytotec, y que están siendo comercializadas ilegalmente en nuestro medio. Llega
a tal punto su ingenuidad que celebran su proeza laboral, presentan el informe
con orgullo, cuando la realidad demuestra que el Cytotec, su costo, sus
propiedades y su efectividad en el incremento de la contractilidad uterina
están ampliamente difundidos entre los jóvenes de todas las edades. Por otro
lado, no se toman la molestia de indagar en que el Cytotec es en realidad el
nombre comercial de un fármaco denominado genéricamente como Misoprostol. No
aclaran, tampoco, que, aunque su uso obstétrico se ha extendido mundialmente,
gracias a los bueno resultados obtenidos en la terapéutica de retención
placentaria, abortos incompletos, trabajo de parto prolongado, este en realidad
es un fármaco utilizado en el tratamiento de patologías gástricas. Estos son
los periodistas que nos mantienen informados día a día.
24 horas después, en el mismo canal, presentan una
entrevista anónima a una mujer que tuvo (¿eligió?) abortar. El titular era
contundente: “Yo aborté”. El entrevistador no hizo más que escarbar en las
consecuencias psicológicas y físicas que conlleva una interrupción del embarazo.
Se habló de las crisis depresivas que provoca un aborto. Argumento usado hasta
el cansancio y que omite otro síndrome muy conocido en el ámbito ginecológico y
psiquiátrico: la depresión pos parto (acá un breve artículo al respecto http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0717-75262003000600006&script=sci_arttext).
Finalmente rematan afirmando, sin ningún asidero médico científico, que esta
mujer estuvo a punto de morir a causa de una hemorragia producida por un
embarazo ectópico 6 meses después del aborto. Olvidaron, tenían que hacerlo,
mencionar que los embarazos ectópicos surgen a partir de una multiplicidad de
factores y casi ninguno asociado a un aborto previo. Olvidaron, también, que esta
patología se presenta en aproximadamente 1 de cada 50 embarazos. Y
principalmente olvidaron preguntar a la entrevistada por qué luego de un
embarazo no deseado, que tuvo que interrumpir, no optó por usar algún método
anticonceptivo que, por cierto, nuestros hospitales públicos brindan
gratuitamente a todas las mujeres en edad fértil*. ¿Falta de información,
quizás? ¿Por qué los medios masivos están más ocupados en el rating y en cuidar
una falsa moral que en difundir información que promueva una sexualidad
saludable y sin tabúes?
¿Por qué no indagar en el costo social de los abortos mal practicados? ¿Por qué
no investigar en las limitaciones económicas que conlleva interrumpir un
embarazo? ¿Por qué no hablar de lo riesgoso que resulta para las mujeres de
escasos recursos someterse a procedimientos insalubres, mientras que personas
con mayores ingresos pueden beneficiarse con técnicas y fármacos adecuados? ¿Por
qué criminalizar a la mujer y sus decisiones? ¿Por qué lanzar bombas de humo
sobre un tema tan difícil de discutir y sobre el que tendría que desplegarse
toda la seriedad posible? ¿Por qué dar tanta cobertura a las “marchas por la
vida” y omitir casi completamente otro tipo de voces? ¿Cuándo y por cuánto
tiempo más los noticieros televisivos dejarán de lado el compromiso que
asumieron con la sociedad, como periodistas, como cuarto poder del estado?
¿Cuánto tiempo más llenarán las pantallas de crónica roja, morbo y banalidad?
Uno siempre trata de darle soluciones fáciles a las
incomodidades. Apagar el televisor en casa, punto final. Pero uno almuerza en
la pensión de la esquina, por la tarde come su sándwich donde la casera, por la
noche come en la broastería de la plaza y, en definitiva, uno tiene derecho a
protestar contra tanta iniquidad alguna vez.
Todos se rasgan las vestiduras defendiendo la libertad de
expresión y el derecho a llenar de basura nuestros hogares y uno termina por
preguntarse: ¿Quién carajos defiende el derecho ciudadano a la información
veraz, oportuna y de calidad?
*Recientemente el
Ministerio de Salud y Deportes ha incluido un nuevo método en su amplio abanico
de opciones anticonceptivas. http://www.bolivia.com/vida-sana/sexualidad/sdi294/69735/salud-implementa-nuevo-metodo-anticonceptivo-denominado-implante-subdermico
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