miércoles, 30 de octubre de 2013
He votado por Naughty Boy como Revelación del año en los YouTube Music A...
http://www.youtube.com/v/2eXfquDekvc?version=3&list=PLbpi6ZahtOH5N8QKp4ARfA0XF_qA0WOVY&showinfo=1&autoplay=1&feature=share&attribution_tag=qRf3iGBisQuT0Yyv1KrfXQ&autohide=1
martes, 22 de octubre de 2013
ATADURAS: PRIMERA EXPO INDIVIDUAL DE MAYRA MENDOZA
Apretadas hasta
la asfixia, con las ideas atascadas en una enredadera de colores, vestidas de
anuncios comerciales y crónica roja, que son la misma cosa; todas erguidas sin
más cuerpo que lo que la disección de una carnicería avícolapermite, se
presentan unas a otras con disciplina militar a ser observadas.Solo una
sobresale, cubierta por un hermoso velo blanco, desnudo maniquí ideal, molde y
superstición.
Así se montó la
primera exposición individual de Mayra Mendoza, organizada a la vez por la
Comunidad Matriz. La actividad fue acompañada por un coloquio sobre
empoderamiento de la mujer en el cierre de la muestra.
El tema recae en
la violencia y el poder sexual. El debate como siempre queda abierto, y todos
estamos atentos a la opinión más extravagante. Desde lo meramente psicológico
hasta el cultismo social.
Comunidad Matriz
comienza su espera para que alguien tome la palabra.
FIESTA LITERARIA EN EL FESTIVAL SUPAY
Hace varios años el centro cultural SUPAY,
organiza un festival de identidad orureña, en esta oportunidad el Kolectivo
Perro Petardos participó con varias
actividades:
Primero Compartiendo un Pijcho y un Poema
con el Tiw, en el primer viernes de octubre contando con la presencia del
congreso de SODESBO, en el museo mineralógico del Socavón en la gruta del Tiw.
El día miércoles tuvimos la grata presencia
de Alex Aillón desde Sucre, quien nos trajo su maravilloso libro POP.
También contamos con la presencia de
Adriana Lanza de La Paz, para presentar
“POESÍA SILVESTRE”
Tuvimos una íntima jornada de homenaje a
Jesús Urzagasti en el salón de exposiciones de Simón I. Patiño.
Y para terminar una conferencia magistral
sobre el poema de dedicatoria de la Prometheida de don Franz Tamayo por Carlos
Condarco Santillán.
lunes, 21 de octubre de 2013
jueves, 17 de octubre de 2013
CICLOTIMIA CHILD OUT: VÉRTIGO DESDE URUGUAY
Versificación zapping, erudición
pop, solo para los ciudadanos de cualquier parte del caos. En vertiginosa
lírica susceptible a interminables
filtros, prescinde de todo diccionario y nos convoca una y otra vez al Google,
a encontrar en recortes mentales el collage barroco de la post modernidad, un
escaparate con moda para muñecas rotas.
Santiago Pereira es el culpable
de este libro, que succiona los ritmos clásicos del endecasílabo y el
alejandrino para hablar del underground, del spot, del click y el link, en
ejercicio de ruido y rap.
Compra y venta de asuntos
espirituales, el poeta se ha convertido en un comerciante del mercado de
brujas. Los amuletos son un anestésico del bullying.
Pese a su intensión desordenada
es la descripción de estados de humor frenético, de polisón en el mundo de la
velocidad abigarrada de imágenes.
Si disfrutas de la velocidad,
súbete.
Santiago es un poeta de Montevideo,
dos veces premiado en su país. ¿Por qué será? ¿Qué hace un libro uruguayo en la
tierra de los urus en awayos? No tengo idea: googléalo!
Sergio Gareca
martes, 15 de octubre de 2013
AQUÍ CANTA BOLIVIA: UN FESTIVAL RETROGRADA
Dos son los únicos paradigmas
culturales de este país: el mestizaje, propugnado por el Movimiento
Nacionalista Revolucionario el 52; la descolonización y la pluriculturalidad
que supuestamente es el paradigma de este gobierno y que, sin embargo no es
obra suya, sino una tendencia que se ha ido forjando con el tiempo con muchos
aportes que vienen de la investigación sobre todo.
Cuando nació el Festival Nacional
de la Canción, en la década de los 60s, el paradigma imperante justamente era
el mestizaje, es decir, meter a todos en el mismo saco de la bolivianidad y la
construcción de la identidad nacional, que era un dilema pendiente desde los
tiempos de Tamayo.
La aparición del boom folklórico
encabezado por Los Jairas, provocó una expectativa en el público nacional y se
formó un movimiento que dio vida y vigor a la música folklórica del occidente
boliviano. Por ese entonces entrar con un charango o una quena a la plaza era,
mal visto. Los charangos y las quenas aún tenían el estigma de música de
indios. Hasta que un buen día al gringo Favre se le ocurrió tocar la quena y ya
está. Si un gringo puede no debe ser tan malo, dijo nuestra idiosincrasia.
En su momento el festival aporto
a vencer las taras sociales y tuvo su efecto en la difusión y crecimiento de la
música nacional.
Para comienzos de los ochenta un
movimiento interesante empezaba a desarrollarse, al margen del festival y del
carnaval, y mucho mejor, conquistó Europa. La recuperación de la música
autóctona, la mirada se volcó hacia lo puro y lo ancestral. El charango y la
quena, junto con las zampoñas, ya tuvieron su lugar mientras estuvieran ya
catalogadas dentro de lo criollo y por tanto lo nacional.
El efecto de ese creciente
desarrollo musical, tuvo adaptaciones de otros sitios influyentes, fruto de eso
nos queda por ejemplo la manera de cantar de los Kajrkas, que es el prototipo
general de los grupos folklóricos. Se exigía tanto la armonía vocal que Oruro tuvo
grandes sextetos, que ya estaban muy al margen de lo que pudiésemos llamar
folklórico, o lo nacional, o lo nuestro. Eso marcó los noventa.
Mientras tanto el Jach´a Flores y
otros músicos importantes como Gerardo Yañez, construían y apoyaban junto a
otros artistas lo que hoy conocemos como pluriculturalidad, la capacidad de
reconocernos en la diversidad.
Como todo en la vida el festival
entró en decadencia y era perfectamente justificado pues ya había dado sus
resultados. Había un mercado estable que establecía las exigencias a los grupos
folklóricos.
Cuando se retoma el Festival De
La Canción, en este milenio, a alguien se le ocurrió que su noche hermosa de
ñusta perdida en el antaño era la mejor
noche de su vida, y quiso meternos a todos en aquella noche y por eso este
festival debía llevarse a cabo bajo las condiciones de un festival con la
tecnología y pensamiento de los sesenta hasta los ochenta.
Hoy este festival es un desastre
tanto financieramente, tecnológicamente y culturalmente.
Financieramente durante estos
años solo han servido para el despilfarro del corto presupuesto asignado a la
cultura. Y el festival no logra nada, ni infraestructura, ni publicidad ni
efecto alguno. Está tan retrasado que ni
tiene página de Facebook, sabiendo que hoy por hoy es el medio más efectivo de
publicidad.
¿Qué es una canción boliviana hoy?
Es una pregunta que quienes viven aún su época de gloria y la luz de aquellos
reflectores del pasado les ciega los ojos.
No está a la altura de los nuevos
paradigmas y no cae en cuenta que el folklore está en decadencia, porque
nuestra sociedad ya es sociedad de consumo y exige nuestros folkloristas estén a
la altura del pop internacional. Es un logro de este festival que ya en
cualquier disco podamos bailar morenada.
Pero hay tanta música desperdiciada,
ninguneada, maltratada y vejada. Música maravillosa como el barroco de
Chiquitos, sin desmerecer el hip hop, el rock nacional o la cumbia, ¿serán
menos bolivianos que un cuarteto de semi mariachis tocando una balada con
charangos y de yapa encima un poncho?
Para rematar el festival se
llevará a cabo en una cancha: música en un coliseo deportivo, eso sí, hay que
reconocer, es por demás folklórico.
Sergio Gareca
lunes, 14 de octubre de 2013
A propósito de una “Reseña” sobre “Insurgentes”
Estas palabras
contienen indignación y desacuerdo, la primera la tengo desde niño, cuando vi “Yawar
Mallku”, película de Jorge Sanjinés que mostraba de la manera más cruda el país
que habito y que ha sido encubierto desde la idea de “mestizaje”. Por eso me
indigna que luego de esa historia de encubrimiento de varios siglos, en pleno
siglo XXI, se intente seguir encubriendo cinco siglos de desborde insurgente indignado
con incoherencias con nombre de “reseña”. Escribo esto a propósito de una
opinión de Diego Ayo sobre “Insurgentes” de Jorge Sanjinés, publicada en el No
7 de “El Desacuerdo”, quincenario de reciente aparición, que publica sólo
algunos desacuerdos.
Siento, que
estamos viviendo tiempos sorprendentes, ¿será que existe una “crisis” de los
sentidos? O más bien será que ¿los sentidos que algunas personas utilizan para
oír, ver, y hablar, o escribir, dejaron de funcionar? Pero, el que más me
preocupa es el sentido común. Parecería que vivimos una época de “secuestros
express” y éste sentido, el sentido común, a algunos se les “a pirdiu”, quién
sabe dónde.
En estos
últimos años, caminar por las calles de algunas de nuestras ciudades, me ha
llevado a pensar, que la vida cada vez tiene mayor intensidad, se escucha decir
cínicamente: “uno ya no puede decir nada”, o “no sé por qué esta gente
reacciona de todo”. No sé si esto sólo pasa en Bolivia, pero es éste suelo el
que transito y casi siempre, a pie, o en nuestros vernáculos “minibuses” y por
eso es desde este suelo que me pronuncio.
Hasta hace una
década, aunque antes esto tenía mucho menor intensidad, me refiero a la
intensidad de las reacciones, era “normal” escuchar insultar en la calle de
muchas maneras, a diferencia de la Argentina, aquí, si se escuchaba decir:
“hijo de tal”, podía hasta correr sangre, pero no pasaba nada cuando se
escuchaba: “cholo de tal!!!”, “indio!!!”, “serás pues su chola!!!”, “estás
oliendo a coca!!!”, nadie reaccionaba, a veces ni los o las aludidas, yo
tampoco, porque para mí esa realidad también era la “normal”. Alguna vez que
caminaba por las calles de Santa Cruz, escuché un cruce de palabras,
“chiriguano de tal!!!”, el interpelado respondió: “¿y tú? guarayo serás!!!”.
Pero no sólo esto
era lo “normal”, una vez cuando era niño, en la ciudad de Oruro, en la fila
para entrar al cine (a propósito de alguno que se llama “cinéfilo” y otro que
aparece como “esteta”), delante de mí se encontraba una señora que, por suerte
aprendí a decir que era una “señora de pollera”. Ésta se encontraba con su
familia, cuando llegaron a la puerta en el momento en el que la persona que
controla, pide las entradas para que uno pueda entrar a la sala, se produjo un
incidente muy particular, que recién lo entendí años después. El boletero le
dijo que ella no podía entrar a luneta, que si quería mirar la película debería
ir a galería, yo sabía que ahí iban los que no tenían plata para pagar la
entrada y no entendía por qué alguien que sí podía pagarse su entrada, es más ya
la había comprado, no podía entrar. Toda la familia, “obedientemente” se fue a
galería, nadie ni dijo ni hizo nada, yo tampoco.
Años más tarde
en el mismo cine vi varias películas en blanco y negro, aunque a mí me gustaban
las a color, pero ese mi hermano fregón, el mayor, me llevaba, y yo tenía que ir
nomás. Ahí, en esas películas, vi cómo, para algunos que se creen superiores,
la mujer es un objeto, pero así hayan sido los “indios” y las “indias” del
último rincón de Bolivia, les dolía y también querían justicia, pero como no la
tenían, la buscaban por ellos mismos. También me enteré que los “Cuerpos de Paz”
se vinieron, como parte de un proyecto imperial a esterilizar a las mujeres que
vivían en las comunidades campesinas. Luego, vinieron muchas historias más, que
traían otro tipo de indignaciones historizadas
referidas a los “nadies”, de las que yo no tenía idea de quién era el que las
contaba, pero yo salía de todas ellas cargado de indignación y sin saber por qué
en nuestro país había tanta injusticia. Recién de adulto me enteré que ese
señor era Jorge Sanjinés a quien nunca pude darle las gracias, por tanta
indignación compartida con gente anónima como yo.
Sí, como
decía, los tiempos han cambiado, ahora si uno insulta con alusiones
“culturales”, la cosa puede ser grave, “hasta una ley ya hay”, para aquellos
entendidos; o sino, “reaccionan y nos pueden pegar”, ¿que “salvajes” no? Así
como los tiempos han cambiado, los procesos de liberación han ido dando algunos
pasos, eso lo sé yo, mi caserita del mercado, mi doñita de los periódicos y
muchos a los que casi siempre les insultaban o no les dejaban entrar a algunos
lugares. Igual que mis caseritas, yo, que voy al cine a mirar películas nomás,
puedo decir que la ignorancia es atrevida, como la del señor ignorante Diego
Ayo, que no sabe lo que es una reseña y, a título de ésta, traza una serie de
contradicciones e incoherencias, para insultar, como si le hubieran dejado el
ojo en tinta, su actitud parecería a fin con su ser ignorante confesado por él mismo.
Cuando leo lo
que él escribe me encuentro con su primera contradicción, “en mi modesto
entender… la película… me pareció mala”, pero se pasa el trabajo de escribir
una “reseña”, a la altura de su “modesto entender”. No hay que pasar al
siguiente párrafo para encontrar la segunda incoherencia: “Opino como
espectador cinéfilo. Y como tal… no sé qué vi”. Papirri!!! Anotate!!!, otra
metafísica. Por eso no sigo con los demás párrafos. Pues, era una película
señor, y todas las películas muestran historias, pero claro, hay historias que
indignan y otras que dejan “los ojos en tinta” y esta era una película sobre
los “nadies” de la historia de Bolivia, pero, para ser consecuente con su
“modesto entender” y con su “no ser crítico”, se pone a extrapolar su “no sé
que vi” con la realidad política del país; que los indígenas aquí y allá, que
los mestizos aquí y allá, que el TIPNIS aquí y allá, algo de genética y no se
qué, sobre algunos rococós que nunca existieron en el lago Titicaca y otras
barbaridades que repite constantemente, a la altura de su “modesto entender”.
Este señor encarna nomás lo que él dice ser, un ignorante.
Parecería que en estos tiempos,
los que hablan por el “ojo en tinta”, no se dan cuenta que el estado de realidad ha cambiado en
Bolivia, que nunca fue y menos ahora, en blanco y negro y que en nuestro país,
como en los demás, los procesos nos están obligando a ser críticos, y si no lo
es, y tampoco “sabe lo que vio”, señor Ayo, no cometa el irrespeto de insultar,
porque los tiempos están cambiando y eso del insulto “grave puede ser, ¿no ve?”.
Finalmente me quedo con la
historia, aquella nunca contada, sin nombres, pero con rostros de los, hasta
hace poco, siempre vejados, siempre golpeados, siempre insultados, siempre
invisibilizados, siempre explotados. Esa historia que desborda y que provoca insultos
en las palabras impotentes de los necios, que encubren su ignorancia con su “modesto entender”. Las exquisiteces
las dejos para los chicharrones del “Campo Verde” de Quillacollo, los
anticuchos de mi caserita de la velas en La Paz, el q’ara pecho en Sucre y el
charquecan en Oruro y no sigo para no hacer antojar más.
Javier Reynaldo Romero Flores
EL CARNAVAL DE LA INTEGRACIÓN ARGENTINO-BOLIVIANA Y LAS HERRAMIENTAS DE LA APROPIACIÓN CULTURAL
El otro efecto de la descolonización es la apertura a un
nuevo coloniaje seguramente.
¿No es acaso familiar eso de “lo nuestro”, “nuestra cultura
boliviana”, y ahora, y a su turno “la cultura latina”, “lo latinoamericano”?
Lo “Nuestro” o “lo boliviano”, nos sirvió en los sesenta y
setenta para que muchos de quienes estaban perdidos en su identidad cultural
pudiesen buscar en lo que durante siglos habían odiado, algo suyo.
Hoy el hecho se repite al intentar afirmar una identidad
boliviana en el exterior, donde naciones como la Argentina, que se ocupó de
deshacerse de cuanto salvaje tuvo a su alcance, pueda decir que existe una
Patria Grande, una nación latinoamericana.
A mí me parece que aquí hay gato
encerrado.
Yo creo que alguien ya le vio muy bien el negocio al
folklore y está buscando tener su beneficio “cultural” por no decir monetario a
toda costa. No vayas a ser que el carnaval de Oruro, se lleve a cabo el 2025 en
Buenos Aires con traslado de Virgen del Socavón y todo.
La bolivianidad nos ha succionado nuestra cultura, y lo hará
con todo lo que se le ponga al paso. Porque este sigue siendo un país
retrograda, que habla de pluriculturalidad y aplica los teoremas movimientistas
del cholaje. Que a nombre de folklore nos desconoce como autores de todo lo que
ha pasado.
El carácter “anónimo” del folklore es la herramienta máxima
del robo y el ultraje cultural y es algo que debemos superar urgentemente. Poco
a poco aparecen los nombres de nuestros mascareros, bordadores y danzarines
quienes han tenido aportes específicos a cada una de las danzas del carnaval.
Cuando oímos a los mediocres comentaristas durante la
transmisión de la entrada de Integración en Buenos Aires, nos damos
perfectamente que donde existe cultura existe la ignorancia.
Para los ojos del espectador idiota, evidentemente una
“manifestación cultural” de las características de lo “boliviano”, es ponerse
una pollera, o envolverse en lentejuelas. Jamás verán el sentido profundo de
las cosas porque de lo único que se han percatado es del disfraz, de la
farándula, de la parafernalia que el colonizador necesita para renovar su poder
y chuparnos el alma como siempre.
Solo quiero soltar, para acabar, unas cuantas preguntas:
¿Por qué entre los auspiciadores de la transmisión lo único orureño fue la
Banda Poopó? ¿Dónde estaba la ACFO? ¿Quién financió la llegada de las bandas de
Oruro a esa entrada?
Señores, al parecer,
desde que el carnaval es de la humanidad, nada nos pertenece.
Sergio Gareca
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