El otro efecto de la descolonización es la apertura a un
nuevo coloniaje seguramente.
¿No es acaso familiar eso de “lo nuestro”, “nuestra cultura
boliviana”, y ahora, y a su turno “la cultura latina”, “lo latinoamericano”?
Lo “Nuestro” o “lo boliviano”, nos sirvió en los sesenta y
setenta para que muchos de quienes estaban perdidos en su identidad cultural
pudiesen buscar en lo que durante siglos habían odiado, algo suyo.
Hoy el hecho se repite al intentar afirmar una identidad
boliviana en el exterior, donde naciones como la Argentina, que se ocupó de
deshacerse de cuanto salvaje tuvo a su alcance, pueda decir que existe una
Patria Grande, una nación latinoamericana.
A mí me parece que aquí hay gato
encerrado.
Yo creo que alguien ya le vio muy bien el negocio al
folklore y está buscando tener su beneficio “cultural” por no decir monetario a
toda costa. No vayas a ser que el carnaval de Oruro, se lleve a cabo el 2025 en
Buenos Aires con traslado de Virgen del Socavón y todo.
La bolivianidad nos ha succionado nuestra cultura, y lo hará
con todo lo que se le ponga al paso. Porque este sigue siendo un país
retrograda, que habla de pluriculturalidad y aplica los teoremas movimientistas
del cholaje. Que a nombre de folklore nos desconoce como autores de todo lo que
ha pasado.
El carácter “anónimo” del folklore es la herramienta máxima
del robo y el ultraje cultural y es algo que debemos superar urgentemente. Poco
a poco aparecen los nombres de nuestros mascareros, bordadores y danzarines
quienes han tenido aportes específicos a cada una de las danzas del carnaval.
Cuando oímos a los mediocres comentaristas durante la
transmisión de la entrada de Integración en Buenos Aires, nos damos
perfectamente que donde existe cultura existe la ignorancia.
Para los ojos del espectador idiota, evidentemente una
“manifestación cultural” de las características de lo “boliviano”, es ponerse
una pollera, o envolverse en lentejuelas. Jamás verán el sentido profundo de
las cosas porque de lo único que se han percatado es del disfraz, de la
farándula, de la parafernalia que el colonizador necesita para renovar su poder
y chuparnos el alma como siempre.
Solo quiero soltar, para acabar, unas cuantas preguntas:
¿Por qué entre los auspiciadores de la transmisión lo único orureño fue la
Banda Poopó? ¿Dónde estaba la ACFO? ¿Quién financió la llegada de las bandas de
Oruro a esa entrada?
Señores, al parecer,
desde que el carnaval es de la humanidad, nada nos pertenece.
Sergio Gareca
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