Soy pensador, por eso soy pobre.
Soy artista, por eso soy pobre. ¿Qué haría si no lo fuera? ¿De qué servirían
dinero y talento? Nosotros tenemos mucho talento. Sobre todo para ser pobres.
Para tener dinero uno tiene que
ser mago; extender la mano para que la dignidad se reduzca hasta desaparecer.
Reconocer el poder de los poderosos y el dinero de los adinerados.
Otra forma clásica de ser pobre
es ser alcohólico. Otra, no tan popular, es ser pobre y pensar. Para ser rico
no se necesita saber nada. Uno nace así. Pero de todos modos terminan en una
universidad muy cara leyendo sobre Marx y a un montón de idiotas que también
leen y escriben sobre Marx.
Pero nadie quiere pensamientos.
Porque si paro en esta esquina y comienzo a vender pensamientos y curitas, es seguro
que termino primero cien curitas antes que cien pensamientos. Porque los pobres
tienen más heridas y dolor. Tanto así, que casi no tienen tiempo para el
razonamiento. Además necesitan cosas mucho más primordiales como agua, pan, k bits
y promociones por minuto; una esperanza de tapa marcada, una ilusión sin motivo.
Yo mismo me he visto tentado a
dar talleres de cómo ser pobre. Porque además de pensar, soy de los pobres a
quienes les cuesta conseguir empleo, uno bueno, por lo menos, como enterrador o maquinista de tren. Soy de esos
ángeles desocupados que flotan en el limbo laboral. Y de esos somos demasiados.
Es que este país es extraño. Apenas uno nace o es extraño para este país o el
país es extraño para uno. Somos pobres de lo más raro. Hay quienes no tienen
zapatos y tienen hectáreas y hectáreas de terrenos y otros vivimos siempre bajo
un techo de felicidad prestada que no sabemos cuánto nos pueda durar. Ya puedo
oír que a mi hija le dicen “ahí va la hija de ese pobre escritor, que le salen
a borbotones de los bolsillos pétalos y gorriones muertos, que se relame en su
fracaso diciendo cosas tan bonitas”. Y yo le diré “no hagas caso de esa gente
que ni puede comprarse sus propios gorriones muertos”.
Los pobres nacen con deudas, de
todo tipo. Pero las deudas morales son las peores, porque debes ser
inicialmente un buen niño, luego debes ser un buen alumno, debes ser buen hijo,
buen padre y buen empleado. En resumidas cuentas, debes ser un buen pobre.
Otra cosa es ser pobre, desocupado,
pensador y rebelde. Todo a la vez. Porque cuando eres pensador y rebelde eres
perfectamente consciente de que eres pobre. Tan pobre que no te queda nada más
que libertad. La libertad suficiente como para decir: Esto es mierda. Pero como
todo el mundo lo sabe, te conviertes en un pobre que pierde a sus amigos
pobres, porque lo último que quieren los pobres
es recordar que son pobres.
Ser pobre consiste en olvidar que
uno es pobre y acostarse en la noche y acercarse al profundo amor de Dios y
decirle “Querido Dios haz que ya no sigamos siendo pobres”. Desde luego
buscamos a alguien por quien vivir. Aunque sea por uno mismo. A eso le llamamos
amor.
Pero de todos modos, ser pobres
da rabia. Por eso inventamos el día del odio. Porque a los pobres lo que les
sobra es amor.
SERGIO GARECA
Julio, 2015
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