“En unos segundos más cantará la negra. Parece inevitable, tan fuerte
es la necesidad de esta música; nada puede interrumpirla, nada que venga del
tiempo en donde está varado el mundo; cesará sola, por orden. Esta hermosa,
hermosa voz me gusta sobre todo, no por su amplitud ni su tristeza, sino porque
es el acontecimiento que tantas notas han preparado desde lejos, muriendo para
que ella nazca. Y sin embargo, estoy inquieto; bastaría tan poco para que el
disco se detuviera: un resorte roto, un capricho del primo Adolphe. Qué
extraño, qué conmovedor que esta duración sea tan frágil. Nada puede
interrumpirla y todo puede quebrantarla. El último acorde se ha aniquilado. En
el breve silencio que sigue, siento fuertemente que ya está, que algo ha
sucedido. Silencio.”
De LA NÁUSEA de Jean Paul Sartre
Una vez, en el bus, conversando
con Alfonso Sánchez Martínez, no sé por qué recordé este pasaje de La Náusea. Tampoco
sé de dónde salió la conversación sobre el racismo (quizá porque noche antes
nos echaron de un boliche por mi culpa, que ni tan culpa era, sino solo mi
bolivianidad y mala traza), lo importante es entender por qué Sartre no pudo
referirse a una mujer cualquiera de cualquier parte del mundo o de cualquier
color, una mujer francesa, o una del cine americano y tuvo que auxiliarse en el
término “negra” para que podamos entender el color de la música que podía
acompañar sus palabras. Eso porque definitivamente no es lo mismo que cante una
negra a que lo haga una blanca, o una nortepotosina como Luzmila Carpio.
Ese algo que ha sucedido antes
del silencio, eso tan vivo y “tan frágil”
dentro de quien relata el pasaje, es precisamente la música.
No es de sorprender que varios,
por no decir muchos de los grandes atletas mundiales son y hayan sido negros,
ni que mucha de la música de hoy sea herencia de la construcción y legado
musical de los negros en el mundo: el Blues, el jazz, góspel, reggae, la salsa,
el hip hop y tantos otros. Seguramente todos difundidos porque el proceso traumático
ha sido muy fuerte en Estados Unidos y el cine como la industria discográfica
han podido transmitir mejor al resto del mundo todos estos géneros y tengan ya
su presencia en todo el mundo.
Y es que evidentemente existen
factores raciales físicos, y desde luego culturales, que otorgan cierta
potencialidad que por naturalidad se han desarrollado. Al parecer es que el
discurso de la igualdad ha sido muy agresivo y nos ha hecho olvidar que somos
todos muy distintos. Recuerdo que en el bus Alfonso me decía “y no es que sea
un discurso racista de justificación, sino que siendo una verdad que implica
reconocer nuestras propias cualidades lo que hace que nos respetemos mejor”.
En nuestro caso, en los andes
bolivianos, los habitantes de las alturas, biológicamente estamos diseñados
para otras cualidades. La que de inmediato se me viene a la mente, es que nuestro
tórax es más amplio y que podemos administrar mucho más aire que las personas
que viven en otros lugares. Debe ser esta la razón de que, musicalmente, los
instrumentos que más importancia tienen en toda la extensión andina sean los
aerófonos: sikus, quenas, choquelas, pinkillos, tarkas, mohoceños, etc. y
también la razón de que no contentos con los instrumentos autóctonos, con la
migración y otras imposiciones culturales los instrumentos más asimilados en Oruro
sean los instrumentos de viento de metal y que las bandas de música sean
directamente la más apreciada. Cinco mil músicos solo en esta ciudad.
A esto hay que sumarle, la
importancia ritual que se les otorga. Hace poco que pasó San Juan y me hizo
pensar en una fiesta del fuego, como es el carnaval la fiesta del agua. En el
primer caso seguramente porque nuestra región es fría y se aprecia el fuego
como una fuerza superior y necesaria, y al igual que el fuego, el agua en época
de lluvia. ¿Pero cuál es la fiesta de viento o de la tierra?
La tierra es festejada en época
de siembra y cosecha, entonces nos falta un elemento que es el aire. Pero el
aire es el que está presente en cada fiesta. Tanto en los instrumentos de época
seca como de época de lluvia, en los instrumentos, y parece ser la manera de
comunicarnos con el resto de los elementos, con la música y la palabra. El aire
es el elemento más importante al comenzar la vida del ser humano. La primera
impresión que tenemos incluso antes que la luz.
De esta manera pienso que cada
vez que un quenista o un zampoñero o trompetista, se da el tiempo de conversar
con el viento es que nuestra herencia cultural, ayudada también por factores
raciales, están conversando con algo más que nosotros y es entonces cuando la
música “esta hermosa, hermosa voz nuestra”, nos hace lo que somos y nos otorga
una especialidad. Vigente, eterna y nuestra.
“EN UNOS SEGUNDOS MÁS CANTARÁ EL
VIENTO”
SERGIO GARECA
julio2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario