En 1840, el escocés Thomas
Carlyle dio seis conferencias agrupadas bajo el título “DE LOS HÉROES, EL CULTO
DE LOS HÉROES Y LO HERÓICO EN LA HISTORIA”, Libro traducido por Borges, que al
respecto, entre otras cosas, dice: “Nadie
ha sentido como él que este mundo es irreal (irreal como las pesadillas, y
atroz)”. A partir de una disgregación histórica, Carlyle enfoca a los
héroes desde las divinidades hasta los reyes, en una profunda lucha contra la democracia, a la
que consideraba como “Caos provisto de
urnas electorales” y que entiende como “la
desesperación de no encontrar héroes que nos dirijan”, también nos dice que
“toda sociedad que no ha muerto, o que no
se apresura hacia la muerte, es una jerarquía…”.
Para saber si Evo es producto de “la desesperación de no encontrar héroes”, a quien escogimos a través de las urnas, o es
un héroe (alguien que con su fortaleza y sabiduría debe guiar a la sociedad),
veamos si califica dentro la expectativa de Carlyle:
1. EL
HÉROE COMO DIVINIDAD. En tiempos arcaicos, en una era paganista, cuando mito y
realidad se entremezclaban, los hechos de los hombres eran considerados como
algo más que simples hechos, en tales circunstancias nos enfrentamos al
hombre-dios. Carlyle toma como ejemplo la mitología escandinava, más
propiamente, a Odín, cuyas principales virtudes fueron, la inventiva (la
capacidad de crear), el valor (o la capacidad de vencer el temor), el poder
(cuya residencia es la moral). A través de esto puede vencer un mundo hostil
que con su carga telúrica somete al ser humano. Es la lucha de este
hombre-dios, hombre-mito, contra el
mundo.
Recordemos que
Manqo kapaq, fue hijo del sol y también un Dios en sí mismo, y su herencia fue
instituida a través de procreación endogámica. Creo que sobra escudriñar acerca
de la divinidad de Evo. (Cuando menos podría haberse casado con su hermana para
hacernos dudar).
2. EL
HÉROE COMO PROFETA. En esta segunda fase ya no es el hombre un Dios mismo, sino
un enviado de la divinidad. Siendo tan divulgado nuestro Cristo, Carlyle, toma
como ejemplo a Mahoma, cuya lucha, la califica como sincera e indomable.
Considera que “todo lo hecho por Dios, es símbolo de Dios en algún sentido”. De
esta forma no existe discusión acerca de la realidad sino la afirmación, a
muerte, de la verdad divina, o sea dogmáticamente. “Lo que llamamos lo más cierto prosperará siempre”. Así todo debe
sacrificarse en el fuego de la verdad. Culmina “Esta misma noche, cuando grite el sereno en las calles de El Cairo ¿Quién
vive?, escuchará de labios del transeúnte
junto con su respuesta: No hay otro Dios que Dios.”
¿Quién es el
Dios de Evo? ¿Posee y ama una verdad inalterable? ¿De dónde proviene? Estamos
seguros que no es el Dios cristiano. No importa las veces que vea al Papa. Tampoco
es la Pachamama. ¿Si no, por qué el TIPNIS? ¿No se habría cerrado toda mina por
más que sea un sostén económico nacional? ¿o que haya valido un pepino que el
Poopó se seque?. Pasa que hay una calibración de temperatura a la que obedecen
sus actos y la única verdad es la permanencia en el poder. De ahí la migración
de discursos.
3. EL
HÉROE COMO POETA. ¿Evo? ¡Dios nos libre!
4. EL
HÉROE COMO SACERDOTE. Los ejemplos son: Lutero y Knox. Una vez cimentada la verdad
original, nos dice, ésta se deforma con el tiempo y las generaciones hasta que
un nuevo héroe pueda poner las cosas nuevamente en su sitio así como dotarles
de nueva vitalidad, a costa de perder privilegios y costumbres.
Carente de Dios, Evo se alimenta de una larga tradición que ha
construido los paradigmas actuales, aunque en la práctica sea mucho menos
aplicado. Alguien podría atribuirle el pachacuti, ser un reorganizador de una
verdad antigua deformada por la historia. Esto, forma parte de nuestro
mesianismo intrínseco. No olvidemos que este momento ansiado ya se veía venir
en el 52, y que es un tiempo que podría ser cualquier tiempo. Pero al carecer
de esa verdad anterior, de ese dogma, es un transgénico ideológico y fáctico.
5. EL
HÉROE COMO LITERATO. (Véase el Héroe como Poeta)
6. EL
HÉROE COMO REY. En última instancia, toma los ejemplos de Napoléon y Cromwell. “Si logramos hallar en un país cualquiera al
hombre más capaz existente en él y lo elevamos al supremo sitial
reverenciándolo realmente, obtendremos el gobierno perfecto, pues ni las urnas
electorales, elocuencia parlamentara, sufragios, constitución ni otro mecanismo
podrán perfeccionarlo”.
Imagino que esta
manera de pensar nos ha dado más de un dictador. Sobre todo porque más de uno
se ha creído Napoleón.
Para esto
debemos evaluar ya no el origen divino, ni la verdad antigua que necesita ser
restablecida, sino la capacidad de solucionar los problemas nacionales.
Pongámonos de acuerdo en que todo ser humano posee cualidades que sirven a la
sociedad. Evo desde luego las tiene. La principal, antes de que el poder se le
subiera a la cabeza, sin duda, fue la sinceridad de poder dar un mejor futuro,
por tanto una mejor administración al país. Penosamente la bonanza económica ha
sido efecto de causas de larga data y que ha acudido a nosotros en un momento
específico que le ha tocado gobernar a Evo. Penosamente el momento económico
favorable ha venido acompañado de mucha estupidez. La estabilidad económica de
hoy es mucho más atribuible al ministro de economía que a Evo. Evo aún hoy es
un semi fantasma de sí mismo, de alguien con mucha suerte y buenas intenciones.
Sabemos que Evo
no es Dios, no ha sido enviado por una divinidad, se engalana engañosamente con
verdades ancestrales y pavonea las virtudes de las cuales carece. No es un mal
tipo. Pero es importante recordar que es como cualquier otro mortal de este
país.
Como se ve, el héroe se fue descomponiendo de ser Creador,
Valiente y Poderoso (creador, en cuanto poeta y literato), lo valiente (aunque
a veces sin razón), hasta ser puramente poderoso. Es un libro un poco arcaico
pero muy interesante de leer. Terminemos con una cita del mismo Carlyle (¿será
que esta vez el caso aplica a nuestra realidad?):
“El mundo hipócrita e incrédulo es propiedad
natural de la Superchería, del Padre de
los charlatanes y las ficciones. Lo único posible, es la miseria, la confusión,
la mentira. Las urnas electorales alteran la figura del Charlatán, mas su
sustancia es la misma. El mundo de estúpidos Lacayos tiene que ser gobernado por el Héroe Fingido, por
el Rey que solo tiene de rey sus galas.
Ése es su mundo; él es su rey.”
Sergio Gareca
Oruro, dic. 2015
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