martes, 27 de diciembre de 2016

¿Dónde está el asado? APROXIMACIONES A LA POSMODERNIDAD I


Imaginemos una fiesta. En esta fiesta hay asado. Durante mucho tiempo la ciencia y el conocimiento han asistido a esa fiesta, también los fanáticos de la ciencia y el conocimiento.
A mediados del siglo pasado la fiesta se había elitizado (y seguramente también etilizado). Desde luego mucha gente quedó fuera. La cultura occidental ya había renegado lo suficiente de sí misma para ese tiempo. Las vanguardias artísticas aplastaron inmisericordemente todo cuanto pudieron y el existencialismo ya nos había dicho que es bastante molesto es existir. Mientras una rama del pensamiento entraba de cabeza a la tecnología, la filosofía se abandonó a abstracciones escatológicas.
En ese escenario quienes quedaron fuera de la fiesta, empezaron a mirar más allá de sus narices arias, y se consolidaron, entre otros, los estructuralistas y constructivistas dándole a la retórica científica la jerigonza que hoy les caracteriza, además de su afán neologizador, su complejo de un nuevo comienzo, la construcción de una narrativa creíble de la realidad, y decidieron hacer su propia fiesta.
Se dijeron a sí mismos “No nos dejan entrar a su fiesta y haremos otra mejor”. Pusieron un letrero grande en la fiesta, celebrando la muerte del academicismo como era conocido y prometieron el nuevo origen de la ciencia y la cultura. Es decir, el asado. Fue entonces donde llegaron por montones, revistas, libre pensadores y otros que, resumiendo, llegan a ser todos esos hippies que enredados en el new age se dedicaron a hablar de todo lo que fuera posible mientras servían el asado. Pero el asado nunca llegó y aún hoy no ser ponen de acuerdo en quién debe ir a comprar la carne o prender el carbón ni nada. Algunos han llegado al extremo de convertirse al vegetarianismo.
Posteriormente muchos de ellos, se dieron cuenta que necesitaban comer, que como cultura libre y comunal eran pésimos trogloditas así que se amarraron las coletas y se dedicaron a dar clases en las universidades, y como un buen sindicato inventaron con el tiempo, maestrías y post doctorados, sobre casi cualquier cosa, a fin de mantenerse en la cumbre del nuevo conocimiento cuyo axioma máximo es “Todo está mal hasta este punto de la historia, menos yo, que digo que todo está mal”.  Y así sigue la fiesta sin que nadie sirva el dichoso asado.
En nuestro país también los hippies llegaron tarde, cansados de que la élite del pensamiento boliviano aún influido por el nacionalismo (sin que esto quiera decir que es un buen asado), se reformaron y consiguieron lindos y bellos trabajos en los años ochenta junto a las ong´s. Por entonces se planteó un purismo estratégico como instrumento de liberación basado en la negación pura y simple del conocimiento universal (s decir de la fiesta con asado) y la “revalorización” ancestral.
Con el tiempo el discurso, pluricultural y descolonizador se fue oficializando (Veamos la Constitución de 1994), hasta llegar al punto en el cual vivimos donde el discurso liberador es un pretexto para que se justifiquen las viejas prácticas y convenciones de dominación. Todo proyecto gubernamental, por ejemplo, pasa por el concepto de cambio de realidad, acorde a la metodología de aquellas Ong´s  y bajo un disfraz de intelectualidad izquierdista.
Cumplido el objetivo de construir una narrativa eficiente, eficaz para la estabilidad del poder se sientan a la mesa. Pero aún no hay asado. Hay un cuento acerca del asado que va a llegar. O un cuento sobre el asado que se nos dice ya comimos.
Pero aquí estamos a estas alturas de la historia, ojalá fuera masticando charque, observando el circo de futbol, telenovela y política,  con dos invitaciones a festejar. La primera fiesta se ha vaciado, pero allí aún están comiendo asado. Y está la otra. La postmodernidad.   


Sergio Gareca
Diciembre 2016

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