Janina es incurable. En su desesperación y
locura. En EL CÍRCULO DE LOS
NAVEGANTES, la poeta, ángel dolido, es
Penélope con la paciencia perdida, Penélope emancipada. “tu odisea está mal contada”.
Dentro de la misma mítica, una víctima de lo
divino. Por tanto heredera de un pesimismo consistente en la búsqueda de la
verdad, pues su situación temporal no la convence del absurdo, la
predestinación. Por tanto apela a otra divinidad, suya, o la asume como propia:
el lenguaje
un gran
lenguaje dejará al mundo deshabitado
extinguidas
todas las formas conjuradas
Un ejercicio linguistico es la base de todo el
poemario y es invertir la polisemia de un solo término, sino la repetición de
un concepto de angustia tan grande que se halla presente en todas las palabras
sin lograr definirse. Este ejercicio de sinonimia encuentra en las palabras ya
no símbolos sino intuiciones y presentimientos de esa presencia angustiosa en
palabras que llegan a ser la misma unidad lingüística conceptual. Así el
concepto es más que una azarosa consecuencia de palabras, una palabra
inexistente que migra de sonidos y las otras palabras son solo elemento de
migración: gotas-letras-corazón-papel-abismo-alas-vientre-palabra-tiempo-sendero-memoria-herida-regreso-preguntas-cadencia-deseo-aire-suicidio-noche-poema-transparencia-locura-paraísocaída-márgen-caldero-cuerpo-sopa-alma.
(“una figura
sin semejanza ni contigüidad” como lo dice ella misma)
“hablo de mí
porque si te nombro se rompen las palabras”
“como si
fuera posible hablar de nosotros
me extingo”
Esta característica para Janina es el Sobre y
encima de su propio terror. Y allí cobra su cuota el agua el agua natalicia para darle sentido al título
del libro. Así como el tiempo, en alusión al reloj, que llega a ser el CÍRCULO,
de los navegantes del tiempo, pero éste es un solo sentido, primario, luego
vienen los astros (Ese abismo / del que se desprende el vacío / de todas las
cosas), que nos permiten estar en muchos lados, como la selva que también tiene
su presencia en el libro. Y permite un desembarque en el pasado. La presencia del agua es otra. La muerte es el
mar, o cualquier espacio profundo. La imaginación es también el mar y el mar es
el hogar de la poeta.
El tiempo también indica el destino de los navegantes y señala ese
lugar “a donde ir”. El destino es la muerte, el estado sin lenguaje, un
lugar-tiempo, sin significado, sin lenguaje interior, la incapacidad para
comunicarse incluso consigo misma. La contra odisea, se revela como “tiempo”
que llega a ser el único equivalente al
castigo divino. El tiempo siembra aquella muerte. Y ahora si se despierta,
sobre todo en el poema COLGAJO, la polisemia:
Llorar es volar o colgarse. La tierra es el abismo,
o el fondo de él. El mar son lágrimas y llorar es perderse en él. Perdidas las
lágrimas, desea volver. Prefiere el fondo del abismo. El mar es la locura. Agua
al agua es la calma, alrededor, todos sufren la misma locura. La desventura y
el infortunio es el tiempo. El mar es de lágrimas (Ciega de mar), no ve porque
solo puede llorar.
Termina con una convocatoria al silencio y al
anonimato; una voracidad de secreto y un secreto de voracidad.
Sergio Gareca
Marzo, 2015
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