CENIZA DE
RINOCERONTE DE AGUSTÍN GUAMBO
Libro ganador
del Concurso Hispanoamericano de Poesía Rubén Bonifaz (México) 2014.
Pensando en el
futuro, desde el siglo XXIII, Ceniza de Rinoceronte presenta una comunicación
más estable y más latente que la pureza. Las páginas congestionadas, son la
mutación de la tranquilidad de la música depresiva a la cruel realidad. En el
conglomerado de la transtextualidad del inglés, el español y el queschua o
quichua, la imagen es accesoria. Porque la palabra es el fuego que es apagado
por el rinoceronte: luego de la palabra, la ceniza y la ceniza es, recién, la
poesía. Un fenómeno en insustancialidad.
Pasamos por
tachaduras, pies de página, cursivas, la estructura caótica de la página que
adivina y refuerza el componente de absurdo, de un futuro absurdo, desde un
presente visionario e igualmente absurdo de cansancio, y de rabia. En esa
encuentra a sí misma en su vitalidad caótica.
Los paisajes se
revelan con acción. El movimiento y el ritmo cunden y peregrinan velozmente, a
punzadas. El rinoceronte, loco por apagar el fuego embiste cuanto encuentra a
su paso en tiempo y concepto.
Es también un
salmo al estereotipo de la depresión. El marcapasos de ese salmo en las
acciones son como gusanos moviéndose en el espagueti. Un todo afirmativo, el
movimiento que en el tiempo ya es futuro por su aceleración. No es poesía
atómica, es poesía molecular. El todo del ritmo.
Un efecto
interesante es la transfiguración del tiempo. El tiempo presente verbal se
manifiesta en su realidad de acción actual pero se multiplica en sus
derivaciones efectivas, es decir, por
sus efectos, debido a que es un presente en muchos tiempos y acciones a la vez.
El rinoceronte es
tiempo histórico. La maldición humana. La herencia, la inherencia, la estancia,
el extravío. Por tanto el errante del ande, PARANOANDINO en el páramo andino.
En este caso no hablamos de pluriculturalidad o multi identidad. Es la misma
estampida temporal que hace al hombre unísono. Desde su raíz hasta sus ramas
secas o sus cenizas.
SERGIO GARECA
Oruro, enero
2017
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