Traklpoy es un
álbum de situaciones, el lugar perdido dentro de las fotografías, las
impresiones emotivas del sepia. Allí nace el otro, el alter yo del tiempo en la ruralidad de la nostalgia. Ese lugar donde no pasa nada, sólo el horror de
la esperanza. Es también el lugar del desarraigo, o el suceso mediante el cual
te extirpas de la tierra y estás como yerba mala. El intranscurrido
lugar donde se hace eterno el hastío.
Traklpoy es un
juego de tiempo, una pre escritura. El des desenlace, la ilusión del tiempo del otro yo de Erik Varas el apellido esquizofrénico. El lugar de nada
escrito. La irrupción fundacional del cazador de lenguajes. El viaje mutuo con sí mismo.
Erik Varas
definitivamente es fruto de esa nostalgia del futuro de la cual habló Jorge
Teillier. El otro lugar que es el mismo, tiene su recurrencia en su niñez
rural. Su certeza del dios inexacto
(o sea la temperatura media, el casi bullir), hace que sienta estar encerrado
para siempre en una prisión sin paredes en un lugar natural, pero absurdo,
donde se halla condenado a vida y muerte.
Cementerio de cementerios
Es el tiempo un oficio difunto.
Traklpoy publicado el año pasado por la editorial 3600 en Bolivia, como en una
película de farewest, también a lo Teillier, tiene su calle principal
y su cantina, su hampa y su prostitución, donde Varas hace la disección del
sitio por la descripción de sus personajes, rostros y fantasmas. Dibujos,
miradas, fotografías difusas e indeterminables. Las personas del verbo.
Pasa por la
banalidad de la religión, del amor y de la existencia temporal. El libro es la
historia de la histeria de una cruda, una resaca sobre un tiempo baldío, repeticiones de cuentos, repeticiones de lenguas.
Entonces el cuerpo sexual se convierte en experiencia atemporal, por lo tanto
en esperanza. La esperanza física de la vida.
Traklpoy es también un sitio
común, y estoy seguro de que todos hemos estado en ese lugar alguna vez en
alguna fotografía olvidada.
SERGIO GARECA
ENERO 2016
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