lunes, 15 de julio de 2013

EXPOSICIÓN DE GRABADO DE LA ACADEMIA NACIONAL DE BELLAS ARTES HERNANDO SILES


A mí me gusta cuando vienen a exponer de otros lados, porque siempre se refrescan los ojos. Bienvenidos amigos de La Paz.
He aquí un apunte a algunas de las obras de esta exposición que se queda hasta el jueves 18 de julio en el SALÓN VALERIO CALLES:
EL NIÑO DE YOMARA MUÑOZ


Con un amarillo vibrátil y sentencioso del mundo exterior se rodea un obsesivo ojo, que da la impresión de no querer pestañar jamás y quedarse detenido en la absorción de niños y palabras. Las palabras, ilegibles, parecen carecer de importancia o sentido frente a los dos niños que caen en el abismo de la pupila. Ambos niños se disponen a ingresar en esa perseverante mirada en sentidos contrarios, uno de pie y el otro de cabeza. Hace presumir que los niños viajan en calidad de palabras, o que ante la intoxicación de palabras solo la vida nueva tiene sentido, o que hay dos posibilidades intrínsecas en cada nacimiento,   seres humanos que tendrán los pies en la tierra o andarán por la vida con cabeza voladora, también se pudiese pensar que la vida de un ser humano es tan volátil como las palabras sea cual sea su dirección en la vida, o que todos en algún momento seremos reducidos solo a palabras que al final carecen de sentido. No hay que olvidar que el ojo es de alguien y ese alguien absorbe la realidad. Es por demás interesante el juego en el cual el espectador del cuadro lo absorbe como el ojo del grabado absorbe a esos niños y a esas palabras. Sin embargo en ese pequeño círculo oscuro al cual se dirigen irremisiblemente las letras y los recién nacidos permanece el misterio del observador. También existe la posibilidad de que ese ojo quiera permanecer observando las mismas palabras y los mismos niños, lo que haría suponer un efecto contrario, ya no la absorción sino el aborto de una mirada que no quiere ver nada más que esos dos niños y esas palabras sin más sentido que la abundancia. Por las raíces del globo ocular, también amarillas parece ser un ojo enfermo del mundo exterior. ¿Por qué no un ojo azul que observa las palabras sino un ojo con espinas amarillas? Es una gran pregunta que les ruego me ayuden a responder.
VIOLENTO CUADRO SIN TÍTULO DE DIEGO ALVARADO


 

En serigrafía hay un bello cuadro muy violento. Que traduce al amor a un simple acto de antropofagia, la destrucción del cuerpo que amamos, el cuerpo más allá de nosotros. Pero ¿qué hay si ese cuerpo no es un cuerpo amado? Es por demás evidente la alusión sexual. En un lecho de sangre parecido a un río, un ser fálico posee a dos hembras sin rostro, con los ojos diluidos a través de la continuidad de su cabello en  simple extensión del cuerpo. Una sola mujer siamesa de sí misma con un áurea oscura. Llaman la atención las manos separadas de sus muñecas. Al final quizá no sea otra cosa que el retrato onírico de un mal deseo, mal deseado, al cual solo se puede acceder abriéndonos las venas. Perversas manos  que se complacen acariciando la lejanía. Al fondo pueden verse unas almohadas velludas y al otro extremo una mano transparente a punto de asir al ser fálico que al final no es un ser sino un simple objeto del placer. El dolor habita en el deseo y son tantas las cosas que pueden pasar en una cama. Queda otras preguntas pendientes ¿por qué las manos de ella buscan más allá del cuerpo de él? ¿Cuál es la laboriosidad de sus manos más allá de su doble ser sensual? ¿o es que hay un deseo mayor que no es tan fácil de aplacar?

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