martes, 16 de julio de 2013

LUGUI 94, EL PINTOR OFICIANTE




Entre los rebeldes que admiro está Ricardo Romero Flores, más conocido como Lugui 94. Este año, después de mucho, nos regala con motivo del Festival De Solsticio De Invierno, organizado por la Universidad Técnica de Oruro, una muestra consecuente con él mismo, tan luchadora y viva, tan ceremonial y, aún en tiempos de discurso y revuelta, tan necesaria.
Desde una panorámica de Chusaqeri, el limpio horizonte de Oruro hacia el sur es una constante en los cuadros de Lugui, así como la fuerza elemental de la Tierra que asciende a nuestra comprensión a través de la incineración, como en la Qowa ritual. Cada cuadro es una “mesa”, no creo una invocación, sino una provocación de fuego, al que se ofrecen los misterios, elementos especiales, que el pintor oficiante conoce y ofrece entre hojas de coca y sahumerio. Cada cuadro es nomás el amuki de comunión con la tierra, un silencio detenido en el incendio.  
Subidos en pájaro azul,  chofer y ayudante conocidos, mal que bien,  marchamos, apretujados pero juntos a un mismo destino. La calma es aportada por los caciques espectrales que entonan jula julas. El hombre cóndor levanta un ala para saludarnos. Una fugaz bicicleta osa cruzar el lago y la pelota rural atraviesa el arco y es el gol que hemos esperado tanto. Al final todos quedamos tan contentos como chola en columpio y no hay más que decir. Pasen, porque aún hay tiempo, por la casa Patiño y unámonos a la ceremonia permanente. Jallalla Lugui 94

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