sábado, 13 de julio de 2013

LA CANTINA ES LA MEJOR CASA DE LA CULTURA (Comentarios acerca de las clausuras municipales a los boliches de Oruro)


Este país anda así porque no ama a sus borrachos. Y eso que siempre nos ha gustado ser cultura del menosprecio, del “cualquier cosa del extranjero es mejor”, por muy patrimonio de la humanidad que seamos; jamás hemos reparado en saber cómo enaltecen a sus borrachos en otros países. 

Pongamos una lista de maravillosos borrachos que han aportado al crecimiento cultural de la humanidad: Hemingway (premio nobel), Baudelaire, Josef Conrad, Toulouse-Lautrec, Van Gogh, James Joyce, Samuel Beckett, Jack London, Sinclair Lewh (también premio nobel), Edgar Alan Poe, Verlaine, Picasso, Dylan Thomas y la lista es interminable.

Mirando a nuestro contexto tampoco quedaremos cortos: Jaime Saenz, Roberto Echazú, Víctor Hugo Vizcarra, José Jach´a Flores y hasta el mismísimo orureño Luís Mendizabal Santa Cruz era un beodo consumado. 

Todos ellos han tenido pues un lugar, un sitio en el mundo… y ese lugar no ha sido otra cosa que un bar. Toulouse- Lautrec inmortalizó al Molin Rouge y solo Hemingway ha hecho famosos a muchos de ellos y hay una estatua suya en el Floridita de la Habana, donde muchos turistas van a sacarse foto con ese maravilloso dipsómano.

En nuestro medio hemos tenido Bares también memorables, como Los Tres Osos, que frecuentaba Lucho Mendi, la Galería Imagen, que en pleno nacimiento del Suplemento Cultural El Duende, se dio el gusto envidiable de tener como lectores a la crema y nata de la poesía nacional; el Cooffe Shop, con Vientos de Arte y sus maravillosas lecturas de poesía. Ni que decir del legendario Bar Huari que tan tristemente fue cerrado.

Aunque el arte de café, se haya originado en la Belle epoque de Francia, no hay que olvidar que Oruro fue conocida como la pequeña Paris. Con esto no quiero decir que debemos beber más, y tampoco menos. El punto es que el movimiento del bar, es un fenómeno cultural aquí y en la China.
Hoy por hoy los actores culturales, en el permanente estado de mendicidad al que nos reduce el orden de cosas imperante, hemos logrado consolidar espacios propios para el desenvolvimiento de nuestras actividades.

Para la poesía, por ejemplo, el café Katarsis, recientemente, está impulsando un movimiento con publicación de una revista de por medio, El escribidor. Sui Generis, con el piano y sus conciertos, abren espacios no solo para músicos tradicionales sino también para la movida Rockera de cuando en cuando. Extrañamos demasiado al Café Sur, el Fridays, el Antique. Todos sabemos por qué.

Porque el café, es pues un lugar para el arte de las minorías, porque las manifestaciones que allí han encontrado su hogar no pueden llenar estadios pero si 20 sillas de gente querendona de rarezas y virtudes.

Hoy la Alcaldía, con absolutamente ridículo complejo de superhéroe, cierra los bares con el pretexto de que los espectáculos culturales no estaban registrados en los patentes de los establecimientos clausurados. Cualquier borracho que haya invertido sus buenos pesos en llegar a una exquisita epifanía diría “váyanse a la mierda”. Pero como aún estamos sobrios (a la fuerza), llamamos a la cordura de las autoridades y, es más, nos vamos a dar el gustito de proponer.


  1. Hay que considerar que es muy loable que industriales pequeños, dueños de los boliches, acomodan sus centavos y dan cobertura, que bien la necesitamos los artistas, a conciertos, lecturas y exposiciones de arte. Hay que apoyarlos.
  2. En lugar de cerrarles, que el consejo municipal apruebe pues una ordenanza donde exija, más bien, que los cafés tengan mínimamente un espectáculo cultural al mes. 
  3. Y esto último a largo plazo. Sería maravilloso que para seguridad de la ciudadanía y de los propios parroquianos, los boliches pudiesen centralizarse en un sitio, lo cual traería varios beneficios: 

a) Si la alcaldía compra los predios grandes, para construir ambientes adecuados para discotecas, cafés culturales (literarios, de salsa, de jazz, andinos, etc), cafés concert (para espectáculos como los de tra-la-la o tipo Las Vegas), conservaría el monopolio de los alquileres, que los dueños de los cafés deben pagar. 
b) Si bajan los alquileres los pequeños empresarios pueden invertir en espectáculos cada vez más grandes, lo que generaría una mayor expectativa y un movimiento turístico mucho más estable para los viajeros de paso que tanto nos quejamos que huyen de nuestra hermosísima ciudad. 
c) Permitiría pues que la policía sepa dónde están bebiendo, dónde pueden producirse problemas y controlarlos más fácilmente. Y no solo eso, sino que los padres de los bebes de 30 años también podrían estar tranquilos sabiendo donde están sus hijos y que ese lugar no es riesgoso.
d) Taxis matriculados podrían esperar a las bellas gentes que se dignen ir a compartir una copa o bailar un par de cuequitas.

Se nos ocurre que el espacio ideal para eso sería cerca a la estación en la vieja fábrica Zamora y la playa de estacionamiento. Lo mismo podrían trasladar esas horribles oficinas del Ex Hotel prefectural, y convertirlos en clubes dignos de una ciudad del tercer milenio. Recordemos que Las Vegas está en un desierto y que, aceptémoslo de una vez, somos el país de “haga lo que se le antoje”. 

Por nada más apoyamos la campaña de los cafés y por eso exigimos una ronda cuando triunfemos en esta importantísima labor que es defender a toda costa nuestros vicios y nuestras virtudes. Apoyemos pues, bolivianos clandestinos, con cultura ilegal.

S.G.

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